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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Casa Gerardo, tradición y modernidad

Un restaurante que representa la visión más actual de la cocina asturiana sin renunciar a su historia centenaria

Casa Gerardo, tradición y modernidad
La Fabada de Casa Gerardo
Carlos Maribona el

Casa Gerardo, en la antigua carretera que une Avilés y Gijón, es un restaurante centenario que sin renunciar a su historia representa la versión más actual de la cocina asturiana. De los once restaurantes del Principado que cuentan con estrella en la guía 2025, el que la consiguió primero fue Casa Gerardo. Nada menos que en 1991, ocho años antes que Casa Marcial. Pero su recorrido es mucho mayor. Eduardo Méndez Riestra, en su libro “Comer en Asturias”, publicado en 1980, hacía un amplio repaso a la cocina del Principado y sus platos más representativos (por cierto, sin una sola mención al cachopo) y citaba los que consideraba mejores restaurantes de aquel momento. De los actuales estrellas el único que aparece es Casa Gerardo, con un elogio a “la fabulosa” crema de nécoras que hacía Ángeles Quirós, Geles, al arroz con leche (“pura crema”) y fundamentalmente a la fabada, “que goza de la mejor fama”.

La cocina de Casa Gerardo desde el comedor acristalado

Nueve lustros después ya no está Ángeles, aquella enorme guisandera, fallecida hace dos años, ni siquiera su hijo Pedro Morán, quien a finales de los ochenta fue pionero en la modernización de la cocina asturiana y puso el viejo chigre, abierto en 1882, a la cabeza de los restaurantes de Asturias. Ahora ha dado el relevo a su hijo Marcos, quinta generación, que da continuidad a un restaurante que mantiene perfectamente ese difícil equilibrio entre la tradición de más de cien años de historia y la modernidad. Por eso la fabada y la crema de arroz con leche siguen teniendo protagonismo en la carta o como broche imprescindible del menú degustación.

Salpicón de langosta

En los 34 años trascurridos desde que llegara aquella primera y única estrella la familia Morán ha hecho méritos suficientes para lograr la segunda. En esta casa hay producto, hay cocina, hay continua innovación, hay instalaciones, hay bodega y hay equipo de sala. Incluso hay mucha historia detrás. ¿Qué más necesitan los inspectores?

Tomate de Carreño y su emulsión

Personalmente me resulta difícil sustraerme a una relación de 60 años con esa casa desde aquellos veranos en los que mis padres me llevaban a comer a aquel chigre en una orilla de la carretera entre Avilés y Gijón, en una aldea llamada Prendes. En su modesto comedor la oferta no era mucha, pero no importaba porque mi padre, como la mayoría de los clientes de aquellos años 60, casi siempre pedía lo mismo: crema de andaricas, fabada y arroz con leche. En ocasiones también carne guisada, tortilla de patata o pitu de caleya guisado. Pero los fijos eran esa fabada y ese arroz con leche requemado que bordaba Geles Quirós.

Repollo en curry blanco con anchoas

En Casa Gerardo no existe imposición de menú. Hay una breve carta con platos de corte más tradicional que han sido santo y seña de esta casa a lo largo de su historia como la fabada, el salpicón de bugre del Cantábrico, las croquetas de compango o de jamón ibérico, los callos a la asturiana, el pitu de caleya guisado, o el arroz con leche, que se completan con sugerencias del día, especialmente pescados.  Algunos de ellos están en el menú Prendes (85 euros), que es un menú de clásicos. Y hay otros dos menús degustación, “Desde 1882” (150 euros) y “Geles” (200 euros), el gran menú que rinde homenaje a la abuela de Marcos. Este es sin duda la mejor manera de descubrir lo que se cuece en esta casa, con elaboraciones que siempre se ciñen a lo mejor de cada temporada, protagonizadas por una materia prima excepcional, casi siempre local.

Cigala, pasta y berza

Para empezar, un pequeño bloque de aperitivos en el que junto a los ya clásicos bocadillo crujiente de quesos asturianos y croquetas de compango, encontramos una cococha sobre alga nori frita, una pequeña porción del excelente salpicón de langosta y una ostra con caviar y caviar cítrico.

Bugre frito con huevo y patatas

Excelente comienzo que da paso a un tomate de Carreño con su propia emulsión, encurtidos y queso Mamá Marisa, de Rey Silo. Se habla poco de la calidad de los tomates asturianos, pero el nivel es muy alto como demuestra este plato que abre un bloque de tres elaboraciones con verduras, a cuál mejor. Platos de verduras, que no platos vegetarianos porque en los tres hay proteínas animales. Estupenda la endivia a la carbonara, pero me quedo con el repollo en curry blanco con anchoas. Hacer un sobresaliente plato con el modesto repollo, tan enraizado además en la cocina popular asturiana, tiene mucho mérito. Todavía al final del menú aparecerá un cogollo de lechuga con tuétano en la misma línea de estos tres.

El rollo de bonito de Geles

Arriesgado también, aunque con peor resultado, el bocarte con bolitas de melón y de patata en su jugo. La cigala es un producto que rara vez falta en los menús de Casa Gerardo. Envuelta en pasta y berza en una acertada revisión de otra elaboración de hace unos años. Al lado un consomé de la propia cigala con amontillado y una pequeña tostada de maíz con quisquillas encima. Seguimos con un producto de primera con el trozo de bugre (bogavante) frito con huevo y patatas. Para comerse el bogavante entero.

Salmonete con puré de patata y su hígado

Para este menú Marcos ha recuperado otro clásico de su abuela Geles, el rollo de bonito, siguiendo la receta que ella hacía. En tantos años comiendo allí no recordaba haberlo probado nunca. Un error, porque es magnífico, entre los mejores de Asturias. Lo escoltan con un puré de guisantes. Le sigue otro pescado fetiche en esta casa, el salmonete. El lomo a baja temperatura, desespinado, con un puré de patata y su hígado. En pocos restaurantes trabajan mejor este pescado. Seguimos con lo mejor del Cantábrico con la ventresca de bonito en una salsa de pitu de caleya. Le gustan a Marcos estos juegos de mar y montaña y en este acierta de pleno.

Ventresca de bonito con jugo de pitu de caleya

Un solo plato de carne, la excelente ternera frita, jugosa y con sabor, da paso a lo que ya es una tradición de años, la fabada (impecable, bien desengrasada para facilitar la digestión) y la crema de arroz con leche, los platos históricos y emblemáticos de la casa que ponen broche de oro a un sobresaliente menú degustación. A la experiencia gastronómica hay que sumar un equipo de sala de categoría en el que brilla especialmente Dani González, magnífico sumiller, que maneja una completísima carta de vinos y recomienda con acierto. Está en un gran momento este Casa Gerardo, uno de los tres restaurantes que considero imprescindibles en Asturias.

El arroz con leche. Punto y final del menú.

 

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