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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Madrid Fusión: ¿futuro o pasado?

Carlos Maribona el

Las puertas del futuro”. Ese era el lema de la décima edición de Madrid Fusión 2012, celebrado esta semana. Sobre el papel, muy bonito. Tras tres días bastante tediosos, tengo la impresión de que las puertas del futuro están cerradas a cal y canto. Al menos las puertas del futuro de determinados congresos como este. Creo que tengo credenciales para afirmarlo. Sobre todo porque soy de los pocos periodistas que han asistido a las diez ediciones de Madrid Fusión sin faltar un solo día. Porque en la primera, cuando no había televisiones, ni los políticos aparecían para hacerse fotos en el escenario porque no creían en la apuesta de un grupo de gente con muchas ganas y mucho valor, logré que desde ABC se apostara fuerte desde el primer día por este encuentro gastronómico. Y lo mismo ocurrió en la segunda, cuando mi periódico, del que yo era subdirector, llegó incluso a dedicar una portada, algo insólito entonces en la prensa madrileña, a Ferrán Adriá. Nadie se ha ocupado tanto y tan a fondo de Madrid fusión como ABC y quien esto firma. Ahí están las hemerotecas, aunque los actuales gestores se hayan olvidado de aquello y ahora sean incapaces de aceptar unas críticas razonadas y razonables. Hemos pasado de las palmaditas en la espalda, de la adulación permanente, a las caras largas, a los gestos desabridos. No de todos, pero sí de buena parte del equipo. Curioso el papel de un crítico que no sabe aceptar las críticas. Pero ni me impresionan los gestos de adulación cuando apoyo ni los gestos de desagrado cuando critico. Eso ratifica mi independencia. Precisamente porque he estado diez años asistiendo sin faltar nunca, porque he elogiado cuando había que elogiar y he censurado cuando creía que debía hacerlo, estoy en condiciones de decir que el congreso ha entrado en una preocupante curva decadente. De aquellas primeras ediciones llenas de fuerza, de sorpresa, de ponencias apasionantes, de polémica, hemos pasado a sesiones anodinas, carentes de interés. Salvando, claro, algunos detalles. porque pinceladas atractivas ha habido. Pero al hacer balance de este MF 2012, predomina lo negativo. No seré yo quien diga, como he leído en Twitter, que el congreso ha tocado fondo. Pero sí que necesita una revisión profunda. La misma que nos vienen anunciando desde hace algún tiempo y que no llega.

Esto no es algo que diga ahora. Ya hace dos años empecé a avisar de la deriva de un Madrid Fusión que sacrifica lo profesional a lo comercial. No soy un periodista que organiza congresos. Creo que la misión del periodista es contar las cosas, no ser protagonista, ni intentar aprovecharse de una supuesta posición de fuerza (la que da el medio para el que se trabaja) para lograr objetivos. Aún así sé perfectamente que para organizar un congreso hace falta financiación, patrocinadores. De acuerdo. Pero esa financiación, esos patrocinadores no pueden estar por encima de todo. Allí van unos señores que han pagado 400 euros, a los que en muchos casos hay que añadir el coste de desplazarse a Madrid y permanecer tres días. Y hay que respetarlos. El respeto pasa, sobre todo, por no engañar vendiendo como futuro cosas que no son más que pasado. Y como actividades de interés otras que no responden más que al interés particular del que paga.

Según pude leer en los días previos, la cabeza visible del encuentro declaraba que “queremos convertir el congreso en un magazine audiovisual muy dinámico basado en una parrilla de programas con microespacios”. Lo de magazine audiovisual lo han conseguido. Ha habido más vídeos en las ponencias que exhibiciones prácticas en el escenario. Por no hablar de esos presentadores profesionales, tipo showman, que leían guiones sin tener ni idea de a quien presentaban. Muy audiovisual, que parece que era lo que importaba. Lo de los microespacios también lo han conseguido. Muchos cocineros sólo han dispuesto de 20 minutos en el escenario, el tiempo justo para decir hola y adiós, con algún breve comentario por medio. Una falta de respeto a los profesionales. Aunque también es verdad que estos aceptan el juego voluntariamente, pese a que luego protesten. ¿Es necesario recargar tanto el programa? ¿No será mejor traer menos gente, más interesante y que tenga algo que decir, y dejarle tiempo para que lo cuente? ¿Son necesarias esas entrevistas tediosas en el escenario para oír lo que ya sabemos y que podemos leer en un libro o en internet?

Y luego, en lo que a patrocinadores se refiere, no vale todo. El que pretende ser el primer congreso gastronómico del mundo no puede dejar un espacio privilegiado a una empresa de cruceros para que nos diga lo bien que se come en los barcos (¿han viajado ustedes en alguno?) y dejarles organizar un concurso en el que las madres de cuatro cocineros de primer nivel elegían la mejor receta de las “mamás cocineras”. Vale, fue el acto al que más atención prestaron las televisiones ese día. Pero es que las televisiones sólo buscan el espectáculo, y como este año no había humo ni cosas raras en el escenario… ¿Y qué me dicen de esa pachanguita en el auditorio con Boris Izaguirre como maestro de ceremonias y cocineros y famosos haciendo un plato lo más rápidamente posible? Hay que atraer a las televisiones, pero señores, esto era un congreso profesional. Para el espectáculo circense, para el show televisivo, hay otros espacios. Patético cuando los presentadores-showman pedían el aplauso del público. Como en los programas de telebasura de la tele. Pienso además que los cocineros no deberían prestarse a según qué cosas, aunque no les saquen en el diario independiente de la mañana. Y encima gratis. Madrid Fusión no puede acabar siendo el Salón del Gourmet, con todo el respeto para este último, que desempeña un papel muy importante. Pero uno es un encuentro profesional y el otro un salón abierto al público, con objetivos muy diferentes. Por poner sólo un ejemplo, ¿de verdad Oscar Mayer y sus perritos calientes, pese a las colas que se formaban allí cada día, son un producto gourmet a la altura de este congreso? Vanguardia pura. Desde luego a muchos expositores no les convence. Entre las bajas clamorosas de este año Coca-Cola (critiqué su presencia otros años, sólo digo que este no estaba) o Nespresso.

¿Las puertas del futuro? Vender Corea, país invitado, que ha pagado mucho porque está en plena campaña de promoción de sus productos en Europa (hasta un ministro trajeron), como futuro, cuando la suya es una cocina milenaria absolutamente anclada en el pasado, tiene mérito. Me gusta la cocina coreana, me gustan esos maravillosos fermentados con los que consiguen espectaculares resultados. El kimchi y el jang. Pero eso no es el futuro. Imaginen que el año que viene Asturias paga lo que Corea, y vemos a un grupo de guisanderas en el escenario haciendo potes y fabadas. El futuro está en la pasta (y no en la italiana). ¿Es el futuro la cocina shojin, la de los monasterios budistas? ¿Es futuro debatir sobre el tiempo de maduración de la carne de buey o de vaca vieja? ¿Es futuro Heston Blumenthal? ¿Es futuro rendir un merecidísimo homenaje a Martín Berasategui por parte de los más destacados de sus cientos de discípulos? ¿De verdad son el futuro los carritos de venta ambulante, aunque lo que vendan sean tapas de diseño? Ni aunque lo llamemos “gastroventa” o “gastrocarritos”. Es peligroso siempre hablar de futuro y jugar a pitoniso. Como las hemerotecas son a veces muy malas he recuperado una frase del presidente de MF en declaraciones recogidas por el periódico en el que escribe (30-1-2011): “En dos años se hablará de los flamencos como ahora de los nórdicos”. Pues se va acabando el tiempo, ya sólo queda un año. Pero claro, en 2011 tocaba vender Flandes como futuro.

Que cuente lo que no me ha gustado no quiere decir que no haya habido cosas de interés. Pero casi todas ellas ya se las cuentan mis colegas. Me llama mucho la atención el escaso espíritu crítico que se ve en lo escrito y dicho sobre MF. Seguramente es porque yo estoy profundamente equivocado. Lo siento. Me han gustado las ponencias sobre verduras de Josean Martínez Alija, Fernando del Cerro o Miguel Ángel de la Cruz (es muy posible que en esta cocina vegetal sí esté el futuro). Las de Joan Roca y los hermanos Torres revisando su gastrovac y su rotovapor respectivamente (aunque sean máquinas más de pasado que de futuro). La presencia de Nathan Myrvhold, que aunque de evidente promoción de su magnífico libro Modernist Cuisin, fue muy atractiva. La ponencia del mexicano Daniel Ovadía, que de verdad abre las puertas del futuro a la cocina de su país. Y por encima de todas, la ponencia de Andoni Luis Adúriz, uno de los pocos que no desfallecen en el camino de la verdadera vanguardia creativa como he escrito hoy en ABC. Ellos y algunos más han demostrado su profesionalidad y su buen trabajo en el escenario. Pero a un congreso como este hay que pedirle más.

Madrid Fusión es demasiado grande y quiere abarcar demasiadas cosas. Además en la capital están todos los grandes medios informativos, especialmente las televisiones. Y eso crea una presión mediática excesiva. Por si fuera poco, vivimos tiempos de crisis, también en la creatividad, por lo que ya es difícil traer cosas nuevas, cosas verdaderamente atractivas. Tal vez con un formato bienal habría tiempo para buscar, para reflexionar, para que aparecieran novedades. Pero lógicamente, el negocio sería menor. Estoy cada vez más convencido de que el futuro pasa por congresos de pequeño formato, con una mayor interacción entre congresistas y ponentes, mucho más profesionalizados, en los que la parte comercial, necesaria sin duda, quede más disimulada. Por el momento creo que el que más se aproxima a ese modelo es San Sebastián Gastronomika, que aún tiene cosas que mejorar pero al menos explora nuevos caminos. Y lo hace con éxito. En unos días llega el Fórum de Santiago, vamos a ver que nos aporta. Por ahí van las puertas del futuro de los congresos.

P. D. Recuerden que estamos en Twitter: @salsadechiles

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Carlos Maribona el

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