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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Cocina asturiana

Carlos Maribona el


El Club Asturiano de Gastronomía reúne a un grupo de asturianos residentes en Madrid con el denominador común de la afición por la buena mesa. Presidido por Gonzalo Anes, entre sus miembros se encuentran Blas Herrero, Fernando Masaveu, Rodrigo Uría, Sabino Fernández-Campo, Lalo Azcona, Santiago Menéndez de Luarca y otros nombres ilustres a los que tengo el honor de sumarme. Hacemos una comida al mes, siempre vinculada a Asturias bien por el restaurante, bien por el cocinero, bien por el producto. Hoy hemos comido en Pedro Larumbe un menú de mucha calidad que incluía aperitivos (cucharita de pulpo, cucharita de ostra con sidra, erizo gratinado, tapita de pixín y brandada de andaricas); milhojas de foie y manzana; crema de fabes con papada y cilindro de morcilla (espléndida); pluma de ibérico con ravioli de cabrales (también espléndida); mousse de arroz con leche y helado de afuega’l pitu (los postres lo más flojito). Hemos bebido (en Asturias no hay vinos de interés) un albariño Terra Mayor 2004 y un excelente y desconocido para mí tinto de Ribeira Sacra, Ponte da Boga.


El Club ha promocionado también un libro, editado por Nobel, que se llama La cocina familiar asturiana, escrito por Cristina Comenge y María de Lorenzo (copropietaria de El Oso, que para mí es uno de los mejores restaurantes asturianos de Madrid). El libro es una aproximación muy interesante a los platos más representativos de Asturias y resulta muy recomendable.


Precisamente este fin de semana estuve por aquellas tierras, en su zona occidental, y aproveché para comer producto en lugares relativamente modestos, lejos de los magníficos restaurantes que pueblan Asturias: CASA GERARDO, REAL BALNEARIO DE SALINAS, KOLDO MIRANDA, CASA FERMÍN, L’ALEZNA, CASA MARCIAL, LA SOLANA… Dejé a un lado otro clásico imprescindible del Occidente, CASA CONSUELO, de Otur, y me dí un homenaje en LA BARCAROLA, un simpático restaurante de Navia cuya carta de vinos para sí la quisieran renombrados establecimientos madrileños. Les cuento: anchoas en salazón (en Navia está Lanza, una pequeña conservera que hace unas anchoas impresionantes) y zamburiñas (enormes y estupendas) a la plancha; de segundo, un rodaballo (de los auténticos) espectacular que tomó mi acompañante y unos salmonetes del Cantábrico fuera de serie. Me ofrecieron grandes y pequeños. Yo prefiero los grandes, pero por si acaso pedí uno de cada. Los dos magníficos, pero me sigo quedando con los grandes, más jugosos. En esa casa el punto del pescado lo miman, así que todo fue perfecto. Para rematar, un poco de queso de La Peral y otro poco de afuega’l pitu. Con un Dominio de Tares de El Bierzo, la factura no llegó a 90 euros.


Al día siguiente otro sitio modesto, EL GALEÓN, junto a la playa de Navia, que celebraba unas jornadas de cocina asturiana: sopa de pixín y almejas; cebollas rellenas de bonito; lubina (magnífica) a la espalda; y torto de maíz con picadillo y huevos fritos, sin postre pero con una botella de El Puntido, 70 euros los dos (y el vino sólo son 27 euros). Ya nadie regala nada, pero todavía se puede comer bien a buen precio.


 

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