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Blogs Salsa de chiles por Carlos Maribona

Ángeles Quirós, en recuerdo de una gran guisandera

La matriarca de la familia Morán falleció ayer, pero su huella sigue viva en Casa Gerardo

Carlos Maribona el

Uno de los momentos más agradables de los veranos en la casona de indianos donde vivía mi abuela en Villalegre, en las afueras de Avilés, era cuando mi padre anunciaba: “Hoy vamos a comer a Prendes”. En realidad íbamos a Casa Gerardo, porque Prendes es el nombre de la pequeña aldea donde se encuentra el restaurante, pero yo, entonces un niño, no distinguía una cosa de otra. Así que enfilábamos la carretera que une Avilés con Gijón (entonces ni soñábamos que un día hubiera autovías), subíamos el alto de Tabaza y tras una larga recta llegábamos a una casa de piedra al borde mismo de la carretera, un modesto chigre. Ya estábamos en Casa Gerardo. Y allí, en un sencillo comedor, disfrutábamos de un festival de cocina tradicional asturiana. La oferta no era mucha, pero no importaba porque mi padre, como la mayoría de los clientes de aquellos años 60, casi siempre pedía lo mismo: crema de andaricas, fabada y arroz con leche. En ocasiones se salía del guión para que llegaran a la mesa carne guisada, rollo de bonito, tortilla de patata o pitu de caleya guisado, pero a Prendes se iba a eso, a comer la fabada y el arroz con leche requemado que preparaba Ángeles, una enorme guisandera.

Hoy me he enterado de que Ángeles, Geles, ha fallecido esta madrugada, con 97 años. Aunque luego, a lo largo de los años, la he visto muchas veces, la recuerdo de entonces, menudina, con aquella bata azul y su delantal, delante de la cocina de leña, siempre sonriente. Había empezado a cocinar a los quince años, que en aquella época todos los miembros de la familia tenían que echar una mano. Y ahí estuvo, al frente de los fogones, hasta que hace dos décadas decidió retirarse para dejar a su hijo Pedro a cargo de todo. Aún así, todavía hasta hace muy poco aparecía por la cocina como supervisándolo todo. Y seguía preparando, genio y figura, las cenas de la familia. Ni la fabada de Casa Gerardo, con sus fabas frescas, ni el arroz con leche requemado hubieran llegado nunca al nivel que han alcanzado si no fuera por Geles, tercera generación de una familia de hosteleros que veía satisfecha cómo su hijo Pedro, y más tarde Marcos, su nieto, supieron tomar el relevo y engrandecer la casa de comidas que ella heredó de Gerardo, su padre. Hoy Casa Gerardo es uno de los grandes restaurantes de Asturias y de España, pero buena parte de lo conseguido se debe a esta mujer que ya forma parte de la mejor historia de la cocina asturiana. Descanse en paz.

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