Comer flores

Ayer comí flores. En serio. Un menú entero en el que las flores protagonizaban los platos. Lo más que nos comemos en España son las flores de calabacín (que a los italianos les apasionan, por cierto). Por eso, los responsables de los restaurantes Thai Gardens, cuyo restaurante de Madrid está a punto de cumplir diez años, nos ofrecieron en su precioso local de Barcelona, en la calle Diputación, un menú especial en el que en todos los platos había flores como ingrediente. Flores traídas de Tailandia que conformaron un menú sorprendente, con toda la delicadeza que alberga la cocina de ese país asiático (junto a la china, la más refinada de Oriente) y una gran complejidad de sabores y texturas. Platos como la ensalada de flor dok kem (rauvolfia serpentine) rebozada con jengibre; la tempura de flor de calabacín y de orquídeas (la flor nacional de Tailandia, como la que ilustra este post); la ensalada de pétalos de rosa con salsa de lima; la flor de ku-chai salteada con calamar o el caldo suave de flor de plátano con leche de coco y galanga… y muchos más. Qué quieren que les diga. Al menos me sorprendió, que es algo bastante difícil a estas alturas. Algunas flores no sabían a nada pero otras aportaban al plato matices muy curiosos. Este menú lo preparan por encargo en los restaurantes del grupo, pero hay que hacerlo con bastante antelación porque las flores llegan de Tailandia. Y el precio debe ser bastante caro. Si usted quiere o puede darse el lujo ya sabe, hay que probarlo todo. Acompáñelo, además, con champaña. Y no me acusen de esnobismo, que los últimos días sólo los habíamos dedicado a tascas más o menos ilustradas.