El recién lanzado terminal de gama alta, el P8, tiene un claro objetivo de situarse entre los mejores móviles de alta gama del 2015. Un hardware excelente y un diseño, que probablemente, sea de los más conseguidos en un teléfono móvil, aunque, también, terriblemente parecido al iPhone. Tanto, que la gente me pregunta constantemente si es un último modelo de Apple que todavía no se ha visto en el mercado.
En teoría, un buen hardware empaquetado en un estilizado diseño, muy fino, probablemente uno de los más delgados de mercado, con tan solo 7,6 milímetros.
Hasta aquí todo bien, sobre el papel, un terminal muy a tener en cuenta. Pero como todos sabemos, en la práctica no todo es igual. Desde su lanzamiento, el P8 ha adolecido, desde mi punto de vista, de varios problemas. El primero y el más grave, es la batería, que no es que consuma, es que vuela, incluso en reposo. Por lo menos a mi, me resulta complicado que me aguante sin cargar un día completo de uso normal. Ni hablar si ya estamos hablando de trabajar con imágenes o video que requieren de toda la capacidad del terminal. Otro problema muy relacionado con la batería, es que el sobre calentamiento del P8, que puede alcanzar temperaturas realmente elevadas en cuanto empezamos a usarlo intensivamente. Incluso, leyendo un artículo, empieza se calienta, por no hablar de usarlo con Google Maps y cargando al mismo tiempo en el coche.
El otro fallo, que no aplicará a todo el mundo, es que hasta la última actualización de ayer, los smart watches con Android Wear, no recibían notificaciones por un fallo de software. Lo que convertía a los wearables en objetos totalmente inútiles. Desde que fue presentado en abril, le ha costado a Huawei casi tres meses solucionar este grave problema.
Todavía siguen lanzando parches para mejorar el rendimiento de la batería, y solucionar otros problemas.
El P8 es un terminal que se ha lanzado al mercado, demasiado “verde” y con fallos bastante graves, que probablemente, incluso después desde esta última actualización, todavía no estén solucionados del todo.
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