Federico Ysart el 30 dic, 2015 El flautista Iglesias no pierde ocasión para aflojar los anclajes del sistema político que le da la libertad hasta para eso, para cargárselo. Ahora pone sordina a la murga del referéndum catalán con la treta sobre los grupos parlamentarios; extravagante materia negociadora para poner a Sánchez en La Moncloa. El podemita lo tiene muy complicado. El PSOE le ha cortado las alas con la línea roja que impuso a Sánchez para que no vendiera el partido por un plato de lentejas en La Moncloa. Iglesias podrá volver a disfrazarse de responsable izquierdista como hizo durante la campaña electoral, pero no le será fácil uncir en ese carro a sus diputados catalanes, valencianos o gallegos. Al tiempo; el leninismo no es practicable en un régimen de libertades. Mantener prendida sobre él la atención del personal requiere sacar algo de otra chistera, incluso el mismo conejo del derecho de los pueblos a lo que sea menester, incluyendo el tener grupo parlamentario propio. El poder de atracción que la pasta ejerce también en los recién llegados es fascinante. Porque fracturar su equipo para disponer de cuatro grupos en función de la procedencia geográfica de los elegidos acarrea dos consecuencias: más tiempo para ocupar la tribuna parlamentaria y multiplicar su asignación presupuestaria por el número de grupos que consiga al poder así disponer de la subvención fija, igual para todos, que cada grupo tiene asignada. Los cuatro grupos les reportarían 2,7 millones de euros. Ni más ni menos. Un solo grupo recibiría un millón menos, 1,7. En ambos casos no se recogen los sueldos y dietas que corresponden a cada diputado. La cuestión quedó políticamente zanjada en el Reglamento del Congreso aprobado en la primera legislatura constitucional, año 82, y desde entonces cada partido tiene su grupo, incluso los de organización interna federal como el PSOE, que en la primera legislatura dispuso de un grupo vasco y otro catalán, además del nacional. Si las mareas galaicas, comunes catalanes, compromisos valencianos y demás que bailan al compás de este nuevo flautista de Hamelin no son Podemos, ¿en nombre de qué 69 diputados presenta Iglesias tantas exigencias? Un poco de seriedad, por favor. Y de la monserga de la autodeterminación hablaremos otro día. Política Tags Iglesiasm flautista de HamelinPodemos Comentarios Federico Ysart el 30 dic, 2015