«¿Es posible estudiar las constantes de la fantasía, de la invención, de la creatividad?, ¿es posible tratar de comprender cómo «nace» una idea?» Son preguntas que se hizo Bruno Munari (1907-1998) en su obra Fantasía (Gustavo Gili), un clásico y bestseller de la teoría del diseño. Imprescindible y necesario para comprender y saber cómo pueden surgir las buenas ideas, y sobre todo, comprender cómo llegan a funcionar a través del pensamiento, la cultura y la imaginación, porque sin ellas no puede haber ideas.
Munari es considerado uno de los máximos exponentes y pensadores del arte, el diseño industrial y gráfico del siglo XX, aportando un pensamiento crítico y constructivo con sus contribuciones fundamentales en diversos campos de la expresión visual. Siempre ha sido un fuerte defensor en que las ideas no vienen de las musas, sino de procesos lógicos que el ser humano va adquiriendo, como la experiencia, el conocimiento y la cultura. Ello vale para cultivar la inteligencia «que sirve al individuo para explorar el mundo exterior mediante manipulaciones y operaciones lógicas, y así poder comprender las cosas y los fenómenos que lo rodean», escribe.
El diseñador italiano describe la fantasía como la facultad más libre de todas (invención, creatividad e imaginación), «pues incluso puede ignorar por completo la posibilidad de que lo pensado llegue a realizarse o alguna vez funcione. Es libre de pensar cualquier cosa, por absurda que sea, incréible o imposible que sea», apela a no tener miedo a equivocarse, algo muy necesario desde la infancia. Etapa de nuestra vida que marca luego la edad adulta, y que para Munari es imprescindible dar libertad creativa a los más pequeños desde un inicio muy temprano. Este handicap es muy importante para aquellos que se dediquen a una profesión creativa y puedan solucionar los problemas que se le planteen de forma efectiva, así como, aquellos que lo hagan en otros sectores, también les puede ayudar a desarrollar su capacidad de invención, fantasía y creatividad.
Munari diferencia la fantasía, la creatividad y la invención, ésta última «emplea la misma técnica que la fantasía; es decir, relacionar cosas que uno conoce, pero orientando dicha técnica a un uso práctico […] Inventar quiere decir pensar en algo que antes no existía; y descubrir, encontrar algo que antes no se conocía pero que ya existía.»
«A la creatividad también se la considera un uso finalizado de la fantasía. La creatividad se utiliza en el campo del diseño; un modo que, pese a ser libre como la fantasía y exacto como la invención, comprende todos los aspectos de un problema, no solo la imagen (como en el caso de la fantasía) ni solo la función (como en el caso de la invención), sino también el aspecto psicológico, social, económico y humano. Se puede hablar del diseño en cuanto proyección de un objeto, de un símbolo, de un ambiente, de una nueva didáctica o de un nuevo método que proyecta, como un intento de resolver necesidades colectivas, etc».
«La imaginación es un medio que sirve para visualizar o hacer visible lo que piensan la fantasía, la invención y la creatividad», y para que esté viva, es necesario que el individuo sea capaz de establecer relaciones, es decir, poner en común aspectos de la vida, o mejor dicho, de su entorno, ofreciendo nuevas posibilidades de relación para resolver un problema concreto, pensando así cosas nuevas a través de la fantasía. Es libre de pensar cualquier tipo de novedad, pero solo será efectiva si es presentada o compartida con un público ya que se necesita un tipo de verificación para cerciorar de que esa idea es una novedad para todos y no solo para nosotros. «Para intentar comprender cómo funciona la fantasía, o la creatividad o la invención, debemos poner en relación los datos conocidos y comprobar si es posible individuar las operaciones que se efectúan en la memoria».
La cultura popular ha sido -y es- una continua manifestación de la fantasía, la creatividad y la invención. Los valores objetivos de estas actividades se acumulan en la denominada tradición técnica o artística que se puede manifestar a través de múltiples soportes de expresión. Munari ofrece diferentes métodos o técnicas para llevar a cabo esa fantasía que desemboque en la invención novedosa y creativa.
La manifestación de la fantasía más elemental es tal vez fruto de invertir una situación: de utilizar los contrarios, los opuestos, los complementarios. Él dice verde pues yo digo rojo. También lo podemos encontrar cuando multiplicamos las partes de un conjunto sin que medien nuevas alteraciones, el dragón de las siete cabezas. O las relaciones producto de afinidades visuales, o de otra naturaleza, o el cambio de color o de material de un objeto, así como el cambio de lugar o función sacando de su contexto original algún elemento. El movimiento también es otro aspecto de la fantasía, como dar velocidad a un caracol, o el cambio de dimensión de una persona u objeto y la fusión de diversos elementos en un único cuerpo cambiando también su peso.
Munari añade que «el análisis de los casos elementales -y de otros más complejos- de la actividad fantástica debería ayudarnos a comprender su mecanismo, el instrumento, el modo de actuar; además, la operación completa exige que el trabajo se realice con esmero y con cierta cultura, que posea ella misma una regla inventada pero comunicable, pues de lo contrario todo quedaría en mero ejercicio personal, no comunicable, solo útil tal vez para fines de experimentación o investigación.»
Por tanto, la cultura y la inteligencia son esenciales para estimular la creatividad como objetivo final de la fantasía y la invención, ya que está en constante proceso de formación y transformación. Exige tener una mente elástica y abierta, libre de cualquier tipo de prejuicio, lista para aprender lo que más conviene en cada momento y para cambiar cuando se presente otra opción más eficaz, por lo que Fantasía de Munari es un libro esencial para conocer de verdad de dónde pueden venir las ideas, y sobre todo, es un ejercicio práctico y enriquecedor que aporta al lector cultura y conocimiento visual para sacar el máximo partido a su entorno y para ofrecer así (sobre todo los diseñadores) soluciones originales, compartidas y novedosas para que resuelvan problemas, y además no pasen desapercibidas, aportando un valor añadido esencial en la cultura y sociedad actual. Un libro imprescindible (de los ya también imprescindible de Munari) para entender la construcción de la imagen y de la importancia de pensar artísticamente: cómo se adquiere conocimiento, la libertad de imaginación e imaginar sin limites, y eso es algo que cualquier individuo debiera poder realizar en cualquier disciplina que elija.
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