El formato del cómic, por mucho que lo hayan definido -algunos- como un arte menor, o como algo perteneciente a una cultura popular, es mucho más que eso. Al cine lo consideran el séptimo arte, y ¿por qué no el cómic debe ser como el cine e incluso un arte mayor que éste? Tienen lo mismo, la imagen y la palabra, uno escrita y otro sonora. No quiero menospreciar al cine, no es el caso, todo lo contrario, lo que quiero es mostrar que el cómic es mucho más que un entretenimiento infantil, adolescente, o de frikis. Va más allá, aporta cultura, conocimiento, información, es diseño, es dibujo, es caricatura, es escritura, son todos esos elementos que han recibido una consideración académica por separado y que en el cómic forman un todo, un formato único que por desgracia se ha ganado un lugar insignificante en el mundo literario y artístico.
Por suerte, con los años va adquiriendo el lugar que le corresponde, además de contar historias de ficción, en las últimas décadas está adquiriendo un valor mayor, es decir, las historias de no ficción que se nos cuentan a través de el son mucho más elaboradas, dando lugar a una mayor variedad de estilos, como por ejemplo, el ensayo periodístico. Un formato -el cómic- que se hace valedor de acercar las historias reales y que buscan la objetividad de un modo mucho más visual, teniendo además el valor añadido de la representación gráfica que la hace ir un paso más allá.
En España, recientemente se ha publicado la novela gráfica Fariña (Plan B), una adaptación realizada por Luis Bustos (Madrid, 1973) del libro escrito y con el mismo título, del periodista Nacho Carretero (A Coruña, 1981). Un libro que además supuso todo un aliciente por su secuestro editorial por una jueza que acordó allá por febrero de 2018 el secuestro cautelar del libro, obra que profundizaba en la historia del narcotráfico gallego. Más tarde se resolvería a favor de la editorial Libros del K.O. volviendo a publicarse. También hubo una adaptación para realizar una serie de televisión.
Centrándome en la obra del dibujante madrileño, esta aporta una perspectiva fresca y dramática a la historia escrita por Carretero. Nos cuenta el entramado de las familias o clanes gallegos que en los años noventa, se las ingeniaban para que el 80 por ciento de la cocaína de Europa desembarcara por las costas gallegas y el auge del contrabandismo en la comunidad autónoma. Aparte de su privilegiada posición geográfica, Galicia disponía de todos los ingredientes para convertirse en la «nueva Sicilia»: atraso económico, una centenaria tradición de contrabando por tierra, mar y ría, y un clima de admiración y tolerancia hacia una cultura delictiva heredada de la época de los «inofensivos» y «benefactores» capos del tabaco que dan el salto al narcotráfico de cocaína.
En este contexto social, a modo de un genial documento gráfico, Bustos representa y pone su punto de vista a través de grandes viñetas, demostrando una cualidad técnica y un gran manejo del lenguaje gráfico basado en una experiencia visual contrastada, captando de este modo la atención del lector, además de cumplir la exigencias de un mercado competitivo, con un dibujo claro y un predominante uso del contraste entre el rojo y negro, cargando así a la historia de un dramatismo absoluto.
Fariña (harina en gallego) es el nombre con el que se conoce coloquialmente a la cocaína y por extensión a todas las drogas en polvo en Galicia. Este cómic sirve para mostrar una de las premisas más importantes del llamado arte secuencial por el legendario Will Eisner; añade una obra diferente al género del ensayo periodístico, al más estilo noir, que envuelve una historia verdadera y que hacen de este lenguaje visual una forma literaria, codificando Bustos en un alfabeto del que se sirve para tejer un tapiz de interacción dramática y de acción, jugando con una maraña de viñetas, sacadas de una cuadricula lineal, y dotando a la acción de un gran movimiento e impacto visual. Fruto de una experiencia común entre dicha acción y el transcurso del tiempo, todo ello acompañado con la gran expresividad de los personajes que forman parte de todo el tinglado visual del que Bustos es gran conocedor de las facetas que se deben utilizar en cada página, ya sean primeros planos que registren la expresión facial o el flujo argumental, resultando de esta forma un cómic real al tener un tiempo y un ritmo creativo contundente, impregnado de un lúgubre misticismo y una honda sensación de rabia, pareciendo cada viñeta desafiar el plano bidimensional de la página impresa.
Fariña. La novela gráfica // Luis Bustos // Plan B // 2019 // 18,90 euros
Cómic