Un tipógrafo no sólo es un diseñador de fuentes tipográficas, sino también aquel profesional que proyecta y da forma sobre el papel los textos que serán impresos. El tipógrafo Mauricio Amster (Polonia, 1907 – Chile, 1980) es considerado como uno de los diseñadores cuya aportación estética, técnica y pedagógica fue determinante para la renovación y evolución de las artes gráficas en España como también en Chile.
Estudió en Berlín comunicación gráfica, tipografía y diseño de publicaciones en la Escuela de Artes y Oficios. Bajo las ideas de vanguardia inspiradas principalmente en las experiencias y métodos pedagógicos de la Bauhaus, fue testigo directo de uno de los períodos más intensos en el desarrollo de la tipografía del siglo XX. Sus estudios coinciden con la etapa de consolidación de la tipografía moderna: los experimentos tipográficos de Herbert Bayer y su tipo Universal, el diseño racional y geométrico de la tipografía Futura por Paul Renner y la publicación en 1928 de Die neue Typographie (La Nueva Tipografía) de Jan Tschichold.
Con España guardó una gran vinculación, ya que en 1930 viajó a nuestro país “buscando antes que un estilo personal, soluciones profesionales acordes con las de uso generalizado en Europa en aquellos momentos (…) Unas propuestas basadas en el impacto visual, que podrían interpretarse como una traslación de los recursos del cartel al libro, percibiéndose así la influencia francesa, de Cassandre y Carlou, el realismo social ruso, de Rodchenko, y el trabajo de los grafistas españoles como Josep Renau y Enric Crous Vidal”. Debido a esto y a su gran calidad como tipógrafo y su experiencia en la imprenta, Amster comienza a abordar todo tipo de encargos, lo que le hace destacar rápidamente en la escena gráfica española y ganarse el respeto de los grafistas locales.
El joven diseñador vivió intensamente los seis años de la Segunda República española, trabajando para diversas revistas, diarios y editoriales -como Ulises, Dédalo, y Renacimiento; revistas, como Catolicismo, Diablo Mundo y la Revista de Occidente-. En julio de 1936, al estallar la Guerra Civil española, Amster se enroló como voluntario en las milicias populares, de las que fue licenciado por su miopía. Desde entonces, su participación se canalizó a través de otras labores: colaboró en el traslado de las obras del Tesoro Artístico Nacional de Madrid a Valencia y se desempeñó como director de las publicaciones del Ministerio de Instrucción Pública. Posteriormente fue destinado a la Subsecretaría de Propaganda, donde diseñó la Cartilla Escolar Antifascista, destinada a alfabetizar y adoctrinar a los soldados de las trincheras.
De Madrid a Valencia y de Valencia, Amster pasó a Barcelona, dónde se casó con Adina Amenedo, una encuadernadora de libros. Tras la victoria del franquismo, el matrimonio se trasladó a Francia -ya que Amster era afín al partido comunista- donde fueron acogidos por la familia Alberti, quienes lo presentaron a Pablo Neruda. En 1939 Neruda fue enviado como cónsul especial para la emigración española por el gobierno chileno a Francia, con el objeto de seleccionar a aquellas personas que se embarcarían en el Winnipeg, carguero que llevaría refugiados a Chile. El poeta chileno no duda en integrarlo como pasajero del Winnipeg y le hace el primer encargo de su nueva andadura: proyectar el diseño del folleto “Chile os acoge”, que se entregaría a los pasajeros y donde se entregaba información general sobre el país que los recibiría.
Desde su llegada a Chile, a Amster no le falta trabajo. Siguiendo las recomendaciones de Neruda, Volodia Teitelboim (director del semanario “Qué Hubo”), integra a Amster y a su mujer al proyecto. Haciéndose cargo de la diagramación de la revista operó una verdadera revolución en la composición de páginas, títulos, subtítulos e ilustraciones.
La metodología de trabajo de Amster era, la de siempre solo y en su casa, rodeado de una completísima biblioteca enriquecida por numerosas suscripciones a revistas especializadas. Su hermetismo en el oficio, sin embargo, no le impedirá compartir conocimientos y experiencias, publicando dos libros: Técnica Gráfica: Evolución, procedimientos y aplicaciones (1954) y Normas de Composición: Guía para autores, editores y tipógrafos (1969). A pesar de esto, no deja discípulos ni escuela.
Amster reúne, tanto en su vida profesional como personal, los principios de rigor, disciplina, constancia y austeridad, todas éstas características propias de la composición tipográfica, circunscribiendo a la tipografía más que como una operación expresiva o intuitiva, como una disciplina que se acerca a la razón y a la obediencia de la tradición y las normas. Demostró a lo largo de cuatro décadas de trabajo gráfico y editorial la renovación, de manera sustancial y definitiva de la industria editorial chilena. Diseñó y dibujó las portadas y diagramó y compuso los textos de miles de libros y revistas de las más importantes editoriales chilenas entre los años 1940 y 1980, imponiendo en cada uno de sus trabajos un sello de calidad estética y técnica.
Es bueno reiterar el vinculo del hombre y la lectura para crear nuevos lectores, revertir y cambiar las pantallas efímeras por páginas permanentes. Amster era un sembrador de ediciones cuya personalidad creativa es el resultado o proyección de su pertenencia activa a culturas diversas. Tipógrafo de sólida formación clásica, e intelectual humanista y políglota, tuvo al menos tres vidas: la de sus orígenes hebreos y formación centroeuropea, la de su primera gran producción gráfica en la España republicana, y finalmente sus cuarenta años de vida profesional en Chile como primera figura indiscutida del diseño local.
Su mentalidad partía de considerar al público sobre una base igualitaria y de difusión amplia, basando la calidad del diseño no tanto en proezas o lujos técnicos como en la sobriedad, funcionalidad, y equilibrio estético de la edición, sin olvidar, por cierto, el respeto por las tradiciones vernáculas y el amor por el oficio. Amster, pues, no fue un inventor de maravillas o un importador de novedades. Su trabajo apeló siempre al lector, al espíritu callado que encuentra en los libros una puerta siempre abierta a la aventura mental.
En 2006 en reconocimiento al aporte de su figura al desarrollo del diseño gráfico en Chile, el Consejo Nacional del Libro y la Lectura crea el Premio “Amster – Coré” al diseño y la ilustración editorial.
Fuente: Memoria chilena. Biblioteca Nacional de Chile.
ArteDiseñoIlustracionesLibrosTipografías