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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

José Falcón, han pasado cuarenta años

Ángel González Abad el

Hoy se cumplen cuarenta años de uno de los días más tristes que ha vivido la Monumental barcelonesa en su siglo de existencia. El 12 de agosto de 1974, las puertas del coso quedaron abiertas de par en par para que los aficionados despidieran al infortunado diestro José Falcón, mortalmente herido el día anterior sobre la arena de la plaza de la Ciudad Condal. El intenso dolor de la capilla ardiente quedó reflejado también en la emocionante vuelta al ruedo del féretro que contenía los restos mortales del valiente torero portugués.
Se cerró aquel día la historia de un matador de toros forjada ante las ganaderías más duras y que tuvo precisamente en Barcelona uno de sus puntos de mayor felicidad. Hacía unos meses que Falcón, nacido en Vila Franca de Xira treinta años atrás, había contraído matrimonio con Rosa Gil, la hija del propietario del popular y taurinísimo restaurante Casa Leopoldo, en pleno Raval. Unos meses después de su muerte nació su hija Carla, que hoy junto a su madre sigue regentando el negocio familiar.
Volvamos a la tarde del 11 de agosto. Hicieron el paseíllo Manolo Cortés, Falcón y Paco Bautista con el rejoneador Alvaro Domecq por delante, para lidiar una seria corrida de Hoyo de la Gitana. Al tercero, de nombre “Cuchareto”, lo citó José para torearlo al natural, pero a mitad del viaje, el toro lanzó un seco derrote y alcanzó de lleno al torero por la ingle izquierda. La sangre brotó a borbotones, la femoral rota, el angustioso traslado a la enfermería quedó marcado por un reguero rojo, casi negro, que hacia presagiar lo peor.
Cuando llegó a las manos del doctor Olivé, cuentan que aún tuvo hilo de voz -“doctor duérmame”-, y ya no despertó. Tres horas después, sobre las diez de la noche, su corazón se apagó para siempre.
José Falcón fue protagonista de una de las páginas más duras de la historia del toreo en Cataluña, su esposa Rosa Gil, que sufrió con dolor descarnado la cara más dura de la Fiesta, ha demostrado generosidad sin límites al mantener viva su afición. Un ejemplo.

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