Hasta en la derrota la mezquindad y la intolerancia del kirchnerismo aflora. La Cámpora, los muchachos de Quebracho, un ente extraño funcional al poder e identificado con el servicio de inteligencia y otras organizaciones “K”, tomaron al asalto Plaza de Mayo. El objetivo: Evitar que la ciudadanía que votó a Mauricio Macri, el presidente electo, saliera a celebrar frente a la Casa Rosada.
Desde la coalición Cambiemos pidieron que la gente celebrase en sus casas. No querían violencia en las calles. Nada que empañara un triunfo limpio y contundente. La excepción a las malas artes fue el gran derrotado: Daniel Scioli que al reconocer su fracaso, tendió una mano a Mauricio Macri y asumió: “Se optó por un cambio. Dios ilumine al ingeniero Macri. Que ese cambio sea superador por el bien del país y del pueblo”.
En las elecciones ganó, por encima de cualquier hipótesis, la democracia argentina. Después, ese porcentaje, en torno al 52 por ciento, de ciudadanos que votó por el cambio, por Mauricio Macri. También triunfó la tolerancia y el ex candidato Sergio Massa cuyos votos de la primera vuelta inclinaron la balanza a favor del presidente electo. En la lista de vencedores están los sindicalista rebeldes -aunque lo fueran de última hora- como hugo Moyano, los partidos como la UCR (Unión Cívica Radical) y la Coalición Cívica, que supieron ceder espacio para hacer un frente común frente al atropello y los abusos de poder. también en el equipo de “los buenos”, figuran los que se resistieron a tener a Carlos Zannini de vicepresidente con el sumiso Daniel Scioli, ciego, sordo y mudo frente a la corrupción, el asalto a las instituciones y las humillaciones, -hasta para con él mismo- de la Presidenta.
Cristina Fernández de Kirchner fue, junto al candidato que eligió, la gran derrotada de la noche. Su alianza, Frente para la Victoria, no logró la conquista para la que fue creada. El nombre lo resume todo, como las intenciones de aquellos carteles de “Vamos por todo”. Pero los argentinos ayer, decidieron que se quedara sin nada.
Las primeras palabras del presidente electo mostraron un camino diferente, una manera de entender el poder prometedora. “Esta Argentina no va a ser fruto de un iluminado… El cambio no puede detenerse en revanchas y ajustes de cuentas…Gracias, gracias, gracias de verdad. Gracias por haber creído que juntos podemos construir la Argentina que soñamos”. Ojalá lo logre y la suerte le acompañe. La va a necesitar.