Carmen de Carlos el 16 jun, 2015 Presentando al perrito Hugo y al pingüinito En Argentina ya es de uso corriente hablar de la “tinellización” de la política. El término surge por Marcelo Tinelli, empresario multimillonario que arrasa en la televisión con programas modelo “Bailando por un sueño” y cuya ambición es llegar a presidir la FIFA. Su poder, en especial en época de elecciones, es formidable. Raro es el candidato que se resiste a pasar por el plató si él se lo pide. Hasta donde yo recuerdo, -de los importantes- , únicamente se animaron a evitarle el matrimonio Kirchner y Elisa Carrió. Para hablar de cómo se mueven por el escenario de los medios de comunicación sus políticos, los argentinos también acostumbran a hablar de la “farandulización” de la política. Hasta la Iglesia ha recurrido al término para describir una situación “penosa” en la Argentina de nuestros días (y noches). En estos fangos del disparate, la arena electoral y la cosa pública, el personaje que gana terreno desde hace una larga década y lo hace a pasos agigantados, es la Presidenta. Campeona en lenguaje corporal y de gestos reincidentes, Cristina, como la conocen los suyos –y los otros- adorna sus actuaciones con declaraciones y decorados imposibles de dejar indiferente a la audiencia (la voluntaria y la forzosa por sus cadenas nacionales). Como quien no quiere la cosa, la jefa del Estado es capaz (lo hizo) de alzar la voz para celebrar que en su país la pobreza es del 5 por ciento. Su Gobierno, en especial el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández (otro actor desperdiciado), no se sonroja al seguir su estela y garantizar que Alemania tiene más pobres que Argentina. Comentarios de esta naturaleza suelen desatar airadas respuestas en la oposición y la prensa. Lo que piensan los desnutridos del interior (también en Buenos Aires) o los que miran a sus hijos y ven más sus huesos que sus órganos, lo desconocemos.Pero la verdad es imposible de ocultar siempre. Guillermo Zapata,el concejal que se burla de judios y víctimas Dicho esto, me cuesta trabajo entender algunas de nuestras últimas figuras políticas en España. Lo explicó con un par de ejemplos. Guillermo Zapata, concejal de cultura del flamante Ayuntamiento de Manuela Carmona (Ahora Madrid, presunta marca blanca de Podemos) se despachó en el 2011 con una tira de chistes de judíos (cinco millones que caben “en un cenicero” ) y se burló, entre otras víctimas de la violencia, de Irene Villa, una joven a la que una bomba de Eta le amputó las dos piernas de niña, le seccionó varios dedos de las manos y dejó a su madre, con una sola extremidad de carne y hueso. El concejal, puesto que no piensa abandonar, escribió: “Han tenido que cerrar el cementerio de Alcáser para que no vaya Irene Villa por repuestos” . Elegido por Manuela Carmena para el Área de Cultura, la alcaldesa, después de tomarse su tiempo y pensárselo, le pidió la renuncia pero no su acta de concejal. Antes, este hombre, cineasta y seguro de tener un gran sentido del humor, se disculpó a su manera. Alba Mendiola, la concejal “Bollera” y “camionera” Otro coleguita suyo, Pablo Soto, número 8 de la misma lista por Madrid, propuso “torturar y matar” al ex alcalde de la capital española, Alberto Ruiz Gallardón (PP). Para cerrar el círculo de los nuevos políticos, su también compañero de militancia, Jorge García Castaño tuvo otra idea destinada al ex diputado de UPyD (socialdemócrata) Toni Cantó, al que propuso “empalar”. La guinda de la torta política la ha puesto otra compañerita de estos, Alba Mendiola que se define como “Bollera, camionera, leñadora, desviada y feminazi”. Su último deseo conocido pero no cumplido fue que el difunto banquero Emilio Botín, “debía haber muerto en la calle o colgado”. En vista de esto, me pregunto si Marcelo Tinelli no tendría más éxito si empieza a hacer los casting en España. Política Comentarios Carmen de Carlos el 16 jun, 2015