Carmen de Carlos el 30 abr, 2013 Buenos Aires. Carme DE CARLOS. Foto:@bettapique Argentina ya tiene una reina de verdad: Máxima. El título de “Reina Cristina” que le concedió Olga Wornat a la presidenta, en su primera biografía, era eso, un título de papel, sin corona ni reino pero sí con Gobierno. Demasiado tiempo en el poder suele provocar distorsiones de la realidad en quien lo ejerce. Cristina Fernández de Kirchner, si sumamos como hace ella, el periodo de su difunto marido, va camino de cumplir una década en la Casa Rosada. La reforma judicial que la jefa del Estado impuso, con el rodillo que facilita una mayoría absoluta en ambas Cámaras, tiene el rechazo de magistrados y colegios de abogados de todo el país y hasta de organizaciones internacionales. Human Rights Watch (HRW) entre ellas. También, la recomendación oficial de Naciones Unidas, a través de su relatora especial, Gabriela Knaul, para que, con mucho cuidado, la Presidenta tire a la basura un paquete de leyes donde, “la disposición sobre la elección partidaria de los miembros del Consejo de la Magistratura” y “las limitaciones aprobadas a las medidas cautelares” son “contrarias a varios artículos del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”. La viuda de Néstor Kirchner hace oídos sordos y promulga una ley tras otra. El control del Poder judicial es clave para poder hacerse eterna con la coartada de que la ley, la suya, le ampara. En los actos de investidura de Guillermo Alejandro y de Máxima, un grupo de argentinos enarbolaba una pancarta: “No a la RE-RE-RE Elección”, en la Plaza Dam de Amsterdam. El malestar y las quejas traspasan fronteras y el mensaje, es para ella: La presidenta, no la Reina. Política Tags cristina kirchnermáximareforma judicialreinareinar Comentarios Carmen de Carlos el 30 abr, 2013