El pozo sin fondo de esta crisis sigue siendo un misterio. Economistas de pedigree, corredores de bolsas, ejecutivos de multinacionales y hasta el quiosquero de la esquina de aquí y de allí- reconocen no saber por dónde van los tiros en este colapso financiero made in USA.
Los únicos que tienen algo que decir, por experiencia propia, son los argentinos, con más conchas que una tortuga en cimbronazos, cracks y robos a mano alzada o puño cerrado- por parte de gobernantes y sistemas tóxicos, término tan de moda para enmascarar otros vocablos menos eufemísticos como corrupción, trampas o, sencillamente, crímenes de personas vestidas de traje y corbata o con bolsos de Prada y Louis Voutton.
Un hombre vinculado al banco que más promete hoy en España seguro que nadie tiene dudas de cual es- me contaba hace un par de días que los españoles han copado las cajas de seguridad. Lo mismo pasó en Argentina en el año 2001 pero cuando éstas se acabaron, la gente empezó a guardar el dinero debajo del colchón, en los bajos de las cortinas, en la caja de la escobilla del retrete, en un doble fondo de la bolsa de basura o donde su imaginación le dio a entender. Creyeron que así sus ahorritos estaban seguros. Se equivocaron. Los cacos, profesionales donde los haya, se pusieron las botas asaltando casas y pisitos de algunos de los que había logrado, a su modo, esquivar el corralito que hoy experimenta Islandia- , el corralón y el resto de los inventos amparados por leyes de chacota que sirvieron para dejar a la población, una vez más, sin blanca.
En aquella época, -no tan lejana- los barcos a Uruguay partían de Buenos Aires los viernes repletos de gente con fajos de dólares en los bolsillos y en las mochilas. La ciudad de Colonia, al otro lado de la orilla, se llenó de argentinos que abrían cuentas corrientes en el vecino paraíso fiscal. El colapso del sistema financiero era un secreto a voces desde mediados del 2001. Los únicos que no se enteraron de que la hecatombe estaba en ciernes fueron los pobres y la clase media poco afecta a la lectura de la prensa internacional. Por desgracia, se quedaron a dos velas y con un puñado de papeles devaluados. Por eso, esta crisis, para ellos es como una película que ya han visto.
Política Carmen de Carlosel