Jorge Tigre Acosta, Alfredo El cuervo Astiz y una decena de personajes emblemáticos de la dictadura argentina, (1976-83) saldrán de prisión en pocos días. Los hombres que simbolizan el horror de la represión, tortura, muerte y desaparición de personas, volverán a disfrutar de la libertad.
La justicia local argumenta, y tiene razón, que no se puede mantener entre rejas eternamente a los presos sin que estos tengan un juicio y una sentencia firme. Aunque se trata de la peor fauna del Proceso, eufemismo con el que se bautizó el régimen militar más sangriento de Sudamérica, estos animales, que se ensañaron con miles de personas se estiman entre quince mil y treinta mil desaparecidos y medio millar de niños secuestrados tienen derecho a que se les aplique la ley que ellos les privaron a sus víctimas.
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, declaró ayer en el recinto reciclado de la Esma (Escuela Mecánica de la Armada) que era un día de vergüenza para la Argentina, la humanidad y también para nuestro sistema judicial. Sin duda lo es. Pero esta situación se hubiera podido remediar si ella y su marido, que mandan, hacen y deshacen organismos, leyes, contratos e instituciones a su antojo, se lo hubieran propuesto. Todavía hay tiempo.