Cristina Fernández de Kirchner (CFK) quería estar cerca de Barak Obama el día de su investidura presidencial. La presidenta de Argentina no se resistía a quedar, como el resto de los presidentes del mundo, fuera del protocolo de Washington que no es lo mismo que el consenso.
La mujer de Néstor Kirchner o su salud o el inconsciente o el consciente de esta Primera Ciudadana, como se bautizó a sí misma cuando su marido ejercía legítimamente el mando, se las ingenió para suspender la semana pasada una visita oficial a Cuba con posterior escala en Venezuela. Como sus relaciones con los hermanos Castro fluyen de manera natural el último viaje de Fidel sano fue a Argentina- pudo aplazar sus compromisos apenas siete días.
Así, tan fácil, se encontró, aunque fuera de noche, con sus gafas de sol en Cuba y su agenda o no agenda, según se mire, intacta. De este modo, tan natural, pudo no ver la decadencia del régimen, tampoco mirar a los disidentes, Fox, entre otros presidentes, lo hizo- o tomar nota de las violaciones a los derechos humanos que defiende con entusiasmo, desde hace un quinquenio, en su país.
Hoy, a la luz del día, desde La Habana, CFK -que no tiene nada que vercon JFK- está más cerca de Washington pero sigue muy lejos de Obama. No, she can´t