Mi último post del año está dedicado a los amigos que sienten la política en las venas. No me refiero a los profesionales de la cosa pública, apunto a la gente corriente que discute con pasión. También pienso en aquellos que sufren con lo que pasa en sus países y más allá de sus fronteras. Se me vienen a la cabeza los que intentaron abrir los ojos para ver a través de pupilas ajenas. Recuerdo a señores mayores esforzados en afinar el oído para entender una letra y una música que, de entrada, les sonaba como un ruido insoportable. Hago memoria y acuden a mi mente colegas y compañeros. Algunos se transformaron en seres desconocidos frente a la defensa de una ley o de un líder que no existe. Pocos se abrazaron, sin ser conscientes, a la fe de la intransigencia. Muchos conservaron el sentido crítico que define esta profesión. A todos ellos, a mi que a veces estuve en un grupo y otras en otro, les dedico este último post del 2010. Porque todos, con esas ganas de entender el mundo demostramos que estamos vivos.
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