Carmen de Carlos el 29 oct, 2011 Asunción de Paraguay. Carmen De Carlos- América está cansada. La del norte, la del sur y la que está a mitad de camino entre una y otra. Hay sobredosis de cumbres, de organismos regionales repetidos, de propuestas comunes escritas en renglones distintos. Sólo entre los años 2007 y 2010 se celebraron ochenta cumbres en las Américas. Luis Alberto Moreno, presidente del BID, hizo la cuenta de “los mandatos” acumulados en estas mega reuniones de presidentes y jefes de Estado. La suma le dio la escalofriante cifra de 650. El colombiano, asombrado, se hizo la siguiente reflexión: ¿Cuándo las prioridades son tantas, por dónde empezar? Acto seguido, la conclusión a la que se llega en forma de pregunta es ¿Cómo no entender la espantada de estas convocatorias de sus protagonistas? En unos casos sí y en otros no. En la XXI Cumbre Iberoamericana de Asunción del Paraguay han faltado 11 mandatarios de 21. El agotamiento, los problemas domésticos, la sensación de vacío de contenidos concretos, de imposible cumplimiento o el hartazgo por la reiteración de propuestas, podría servir como explicación pero no siempre como justificante. Algunas catástrofes naturales, como las inundaciones de centro América y, naturalmente, razones de salud como la esgrimida por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se entienden mejor. Pero la retirada antes de llegar de la mitad larga de los presidentes que forman este invento de España es compleja de explicar y de aceptar. Brasil y Argentina, hermanos mayores en el Mercosur de Paraguay, tenían más obligación que ningún otro país de estar presentes en la Cumbre “Cenicienta”, como la bautizó la periodista peruana Paola Ugaz. Este revés es, quizás, el más sentido por un país que nunca en su historia había tenido la oportunidad de organizar una cita iberoamericana –o internacional- de semejante envergadura. El faltazo de los vecinos y socios supone un claro desprecio a un país como Paraguay que este año puede mostrar con orgullo un crecimiento del 14 por ciento. De rebote, el feo es también a España, a un presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, que se despidió del continente y no pudo decir adiós a la mitad de los “amigos” Es difícil imaginar un vació tan numeroso en una conferencia que organizara Brasil, México, Argentina, Venezuela, Chile y un largo etcétera de los países que acostumbran a tratarse de “hermanos latinoamericanos”. Éste desplante de la comunidad americana a uno de los suyos no encontraría igual respuesta en la Bolivia de Evo Morales, con padrinos por todo el continente. Tampoco en el Uruguay de José “Pepe” Mujica, con cintura política nacional e internacional sobrada para ahorrarse un escenario de semi desolación como el vivido en Asunción. Esto, se lo han hecho a Paraguay porque pueden, que diría un castizo. En el caso de Cristina Fernández de Kirchner, escudada en el dolor de una viudez de la que se cumplió en víspera de la cumbre un año, la conducta parece reincidente. La presidenta faltó a la cita del bicentenario de Paraguay, a la del Mercosur y ahora a la Cumbre. Van tres. Sorprende que un continente que presume de protagonizar un cambio de paradigmas, que invita a una identidad única, habla de justicia social, de respeto y solidaridad, envié un mensaje en sentido contrario. Paraguay no es una potencia en la región –la excepción es Brasil- pero tiene derecho a que le traten como a un igual. Ni más, ni menos. Otros temasPolítica Tags cumbre iberoamericanaestampida de presidentesparaguay Comentarios Carmen de Carlos el 29 oct, 2011