(El vídeo es del último debate de campañ)
Lula, Dilma y el PT en pleno pueden cantar victoria. Brasil tiene presidente electa. A la segunda fue la vencida pero Dilma Rousseuff lo consiguió. Con más del 80 por ciento de las urnas escrutadas logra el 53,8 por ciento frente al 46,1 por ciento de José Serra. Nunca habría sido posible sin él (Lula, qué otro) pero eso poco importa ahora. Llegó al final de la carrera agotada, como ella misma confesó a micrófono abierto, al finalizar el debate del viernes con José Serra en Rio de Janeiro. En Sao Paulo la gente celebra y hasta en Brasilia, ciudad de mármol, poco o nada amiga de los estallidos populares, se siente la alegría.
El desafío que le espera a Rousseuff no es poca cosa. Su misión es conservar el legado de Lula y enriquecerlo con nuevas propuestas. Entre otras, buscar una fórmula que le permita bajar el gasto público, tarea poco atractiva para alguien que estrena Gobierno (el 1 de enero). Lo que haga Dilma con Brasil es importante para ellos, para el mundo y para España. Treinta y dos de las treinta y cinco empresas del Ibex tienen presencia en Brasil. España es el segundo país, detrás de Estados Unidos, en inversión acumulada en los últimos quince años y el segundo productor de Etanol (alcohol), en este gigante americano que tiene el tamaño de 17 veces España, gracias a Abengoa.
El tercer mandato de Lula, como algunos analistas definen el Gobierno sin estrenar de Dilma, no será igual a los anteriores. En política no hay nunca dos Administraciones idénticas, ni siquiera las de Lula lo fueron. Dicho esto, lo que los brasileños esperan, lo que el mundo desea y lo que España querría es que se parecieran mucho.
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