En las últimas semanas el dicho, una imagen vale más que mil palabras, ha adquirido dimensiones latinoamericanas en exclusiva. Entre los presidentes de la zona el que se lleva la palma en foto fija y alguna que otra bofetada- es Rafael Correa.
Ceño fruncido, ojos de odio y labios apretados enmarcaron su apretón de manos -se supone que en señal de la paz- con Álvaro Uribe en República Dominicana. Así, como una pila de rencor, según expresión local, el ecuatoriano se fue de la Cumbre del Grupo de Rio farfullando en arameo o en quechua que para el caso lo mismo da que da lo mismo.
Con un gesto radicalmente opuesto los pragmáticos Hugo Chávez y Daniel Ortega se fundieron en abrazos (falsos pero oportunos) con el presidente de Colombia, cuya popularidad, después del asalto al cuartel de Raúl Reyes en Ecuador, se ha disparado por encima del 80 por ciento.
Tanto Nicaragua como Venezuela se apresuraron a reanudar relaciones diplomáticas con Bogotá pero Quito anunció por boca de Correa que no estaba dispuesto a olvidar así como así.
El presidente de Ecuador dejó pasar el tiempo, aprovechó sus intervenciones públicas para embestir contra Uribe y, de acuerdo a su actitud, parecía rogar a los dioses para tener algún argumento nuevo que esgrimir y vengarse de Uribe.
Por fin, lo ha encontrado. Uno de los muertos en el asalto contra las Farc ha resultado ser ecuatoriano. Si era miembro de la guerrilla terrorista colombiana o no todavía es un misterio. Preparado para desenterrar el hacha de guerra ahora sólo falta ver qué cara pone Rafael Correa en televisión (no tardará en salir). ¿Se frotará las manos o pedirá que Colombia se rasque el bolsillo?
Otro al que se le desencajó el rostro esta semana fue al septuagenario Rodolfo Almirón. Extraditado a Argentina desde España, el antiguo miembro de la AAA (Alianza Anticomunista Argentina), preludio peronista de lo que haría la dictadura militar (1976-83), parece que se quedó blanco cuando el avión de AA (Aerolíneas Argentinas) tuvo que realizar un aterrizaje forzoso en Recife. El ex cabecilla de la organización paramilitar que organizó el Gobierno que compartían Isabel Martínez de Perón y José López Rega, fue tratado en Brasil como un español más o, si se prefiere, como un brasileño más en España… Hasta se puso contento de aterrizar en Buenos Aires.
El último de la zona en quedarse boquiabierto aunque con reflejos para correrse y no salir en la foto que no quiere es Néstor Kirchner. Al ex presidente o presidente en las sombras, no le salían las palabras después de leer que el Gobernador de Santa Cruz, su leal Daniel Peralta, reconocía que los más de quinientos millones de dólares que Kirchner se llevó al extranjero seguían fuera (de los intereses no habló). La noticia no tendría mayor importancia si no fuera porque Kirchner (Néstor) había dado su palabra, hasta en Radio Continental, de que los fondos se habían repatriado. Menuda cara.