Cristina Kirchner, ganar perdiendo

El próximo miércoles el Senado argentino definirá el futuro del proyecto de ley sobre el campo que defiende el Gobierno. La mitad de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner, que lleva ocho meses en la Presidencia, ha estado empañada por esas normas que rechaza el sector agropecuario en pleno. El caballo de batalla de las mismas es un aumento desmedido de impuestos a las exportaciones agrarias, denominado retenciones móviles.
La presidenta, desde el 11 de marzo, fecha en la que se comenzaron a aplicar las retenciones, ha pagado un precio demasiado alto para alguien con tan escaso tiempo en la Jefatura del Estado. Sacrificó a su ministro de Economía, Martín Lousteau, afrontó huelgas intermitentes y cortes de carreteras, desabastecimiento en los comercios, cacerolazos como en la peor época de Fernando de la Rúa, pérdidas multimillonarias en la economía nacional, divisiones en el peronismo movimiento al que pertenece- y una caída estrepitosa de su popularidad que hoy apenas roza el 20 por ciento.
El miércoles, como decía, la Cámara Alta decidirá si da luz verde o pone freno a la terquedad que el Gobierno presenta bajo la forma de un proyecto de ley. Si, por esas cosas de la política, hubiera un empate, Julio Cobos, titular del Senado y vicepresidente de Argentina, lo rompería con su voto que es doble para estos casos. Cobos, por proponer una negociación transparente con las partes en conflicto y convocar a una mesa de diálogo sufre el rechazo, expresado públicamente, de su propio Gobierno.
En este escenario de desencuentros, tensiones, malestar y hartazgo general, tanto si termina imponiéndose la voluntad de Cristina Fernández de Kirchner y de su marido, como si no, creo que no es un disparate decir que el matrimonio, aunque gane, ya ha perdido.