Tomar poca fibra en las comidas, grasas saturadas y azúcar se asocian a una menor calidad del sueño, que vuelve más ligero, menos reparador y con más despertares nocturnos. Así lo asegura un estudio que publica el “Journal of Clinical Sleep Medicine“. El estudio indica que incluir más fibra en la alimentación asegura una mayor permanencia en la etapa de profunda del sueño, la más reparadora, caracterizada por la aparición de ondas lentas. Por el contrario, las grasas saturadas hacen que el sueño sea menos profundo mientras que el azúcar haría que nos despertemos con más frecuencia en mitad de la noche.
“Nuestro principal hallazgo fue que la calidad de la dieta influye en la calidad del sueño”, explica la investigadora principal, Marie-Pierre St-Onge, de la Universidad de Columbia en Nueva York. “Y lo más sorprendente fue que incrementar el consumo de grasas un solo día o disminuir la fibra podía influir en el sueño“.
“El hallazgo de que la dieta puede influir en el sueño tiene enormes implicaciones para la salud, dado el creciente reconocimiento del papel del sueño en el desarrollo de enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes y la enfermedad cardiovascular”, dijo St-Onge.
Qué comes y cómo duermes
“Este estudio pone de relieve el hecho de que la dieta y el sueño se entretejen en la trama de un estilo de vida saludable”, añade el presidente de la Academia Americana del Sueño, Nathaniel Watson, que no participó en el estudio. “Para una salud óptima es importante elegir un estilo de vida que promueva una buena calidad del sueño, como una dieta saludable y equilibrada y hacer ejercicio físico con regularidad.”
El estudio también encontró que los participantes se dormían más rápido con dietas proporcionados por un nutricionista, bajas en grasas saturadas y alta en proteínas que cuando las seleccionaba ellos mismo. En general, los participantes tardaron en promedio de 29 minutos en conciliar el sueño después de consumir alimentos y bebidas de su elección, pero sólo llevó 17 minutos dormirse después de comer comidas controladas.
El estudio aleatorizado, se llevó a cabo con una muestra pequeña de 26 participantes adultos – 13 hombres y 13 mujeres – con peso normal y una edad media de 35 años. Durante 5 noches, en un laboratorio del sueño, los participantes pasaron 9 horas en la cama, desde las 10 de la noche a las 7 de la mañana, de las cuales durmieron como media 7 horas y 35 minutos cada noche. Se recogieron datos objetivos sobre su sueño cada noche por medio de una polisomnografía. Los datos se analizaron la tercera noche, después de 3 días de alimentación controlada, y la quinta, después de un día de ingesta de alimentos ad libitum.
Comer bien para dormir mejor
Según los autores, el estudio sugiere que las recomendaciones basadas en la dieta podrían ser utilizados para mejorar el sueño en las personas con para dormir. Sin embargo, se necesitan estudios futuros para evaluar esta relación.
Este estudio hace hincapié de la importancia de la calidad del sueño sobre la salud. Se sabe que dormir pocas horas tiene repercusiones sobre el peso, que aumenta con más facilidad, y puede favorecer la aparición de diabetes a largo plazo. De hecho, los investigadores se plantearon que si la cantidad de horas de sueño influyen en cuánto comemos, ¿influiría la alimentación en la calidad del sueño? Y la respuesta parece ser afirmativa, aunque con las cautelas de un estudio pequeño como este.
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