Suena a ciencia ficción, pero no lo es. Investigadores del Cold Spring Harbor Laboratory (CSHL) pueden averiguar lo que hizo un ratón en vida a partir de una pequeña porción de su cerebro, una vez muerto. Esta investigación podría haber inspirado la película “La memoria de los muertos” (2004). Protagonizada por el recientemente fallecido Robin Williams, cuenta cómo se coloca un implante de memoria, el chip Zoë, en el cerebro de las personas al nacer para grabar toda tu vida. Esa grabación se edita y proyecta después como una película en el funeral. Algunos se oponen a esa tecnología emergente, pues creen que los recuerdos están hechos para desvanecerse con el tiempo. Alan Hackman (Robin Williams) es el mejor editor de recuerdos gracias a su habilidad para eliminar los pecados de sus clientes, por lo que es muy demandado. Un día, editando los recuerdos de un colega, Alan descubre una imagen de su infancia que le ha perseguido toda su vida, un descubrimiento que le llevará a un intensa búsqueda de la verdad.
¿Imposible? Pues según el estudio del CSHL, el chip Zoë estaría incluso de más. Bastarían delgadas secciones del cerebro, a partir de las cuales, con sólo medir las propiedades de determinadas neuronas, se puede determinar lo que un organismo aprendió [hizo] antes de morir. Según este hallazgo, la lectura de la mente, como se cuenta en la película, se habría convertido en una realidad.
El trabajo es tan serio que lo publica la revista Nature. Los investigadores describen cómo las “rodajas” de cerebro pueden ser “leídas” para determinar cómo se entrenó a una rata para comportarse de una forma concreta en respuesta a sonidos específicos. El trabajo proporciona uno de los primeros ejemplos de cómo los cambios específicos en la actividad de neuronas individuales se traducen en actos particulares de aprendizaje y memoria en el cerebro.
“Los neurocientíficos habían identificado previamente las áreas del cerebro implicadas en el aprendizaje de algo”, explica el profesor Anthony Zador, que ha liderado la investigación. “Pero hemos querido profundizar más allá e identificar cómo los cambios en las conexiones específicas codifican una respuesta de comportamiento en particular.”
Para ello, el equipo se centró en cómo las ratas traducen las señales acústicas en comportamientos. Los investigadores entrenaron ratas para asociar un tono específico con una recompensa. El sonido de una tuba o una flauta indicaban al animal si tenía que buscar la recompensa en el lado izquierdo o derecho, respectivamente, de la jaula de entrenamiento.
En trabajos anteriores, el equipo descubrió que la actividad en una población específica de las neuronas era crucial para que los animales realizan la tarea. Esta población neuronal transmite información de una región auditiva del cerebro (la corteza auditiva) a otra (el estriado auditivo).
En el trabajo actual, el equipo midió la fuerza de las conexiones entre estas dos poblaciones de neuronas (corteza y estriado) cuando los animales aprendieron la tarea.”Encontramos que había un gradiente de actividad en el estriado auditivo que correspondía a si el animal fue entrenado para ir a la izquierda o a la derecha para buscar su recompensa.” explica Zador.
En base a esta información, el equipo pensó que podrían ser capaces de utilizar las secciones de cerebro postmortem para “predecir” (obviamente, en retrospectiva) cómo estas u otras ratas habían sido entrenadas. Como describe Zador, “Nos sorprendió mucho que en todos los casos, nuestras predicciones – izquierda o derecha – eran correctas. Habíamos descifrado una pequeña pieza de código neuronal con la que el animal había codificado estos recuerdos. En esencia, podíamos leer la mente de estas ratas“. En otras palabras, podían leer el cerebro “como un libro abierto”
“Durante décadas, los científicos han estado tratando de cartografiar los recuerdos en el cerebro“, explica James Gnadt, director del programa de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares en el Instituto Nacional de Salud (NINDS). “Este estudio muestra que los científicos pueden determinar con precisión las sinapsis donde se expresan ciertos recuerdos.”
Según Zador, los resultados tienden a ser ampliamente aplicable a otros sentidos y partes del cerebro. “Estamos deseando aplicar este método a formas más complejas de aprendizaje, y a otros sistemas sensoriales, como la visión.”
Lo dicho, de aquí a leer el cerebro, y proyectar su contenido como ocurría en la película, hay un paso. Queda por determinar si grande o pequeño. La investigación en Neurociencia supera de nuevo la ficción. Y una ficción muy cercana, de 2004, año en que se estrenó la película con el título original “The Final Cut”. En definitiva, un descubrimiento de película sobre el cerebro.
Echándole imaginación, imaginan un banco de cerebros de genios en todas las ramas del saber, para luego proyectar sus recuerdos en las Universidades para que puedan conocerlos de primera mano los alumnos… Podría ser la segunda parte de “La memoria de los muertos”. De momento, nos conformaremos con ver el trailer de la película dirigida por Omar Naïm, que fue también el guionista.