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Una oportunidad perdida (2)

Emilio de Miguel Calabia el

La visión de la política exterior de Clinton no era tan diferente de la de Bush padre. Clinton también creía en el multilateralismo y en los beneficios de la globalización y pensaba que EEUU, por su condición de hegemón, estaba obligado a intervenir en las crisis mundiales que se produjeran. Lo novedoso con Clinton era su deseo de promover los derechos humanos y de extender la democracia. Eran los años en los que todavía se dejaba sentir la influencia de “El fin de la Historia y el último hombre” de Francis Fukuyama, que defendía que la democracia era la meta hacia la que se dirigían todas las naciones, cada una a su ritmo. ¡Qué inocentes y confiados éramos entonces!

Se puede simpatizar con esa visión de Clinton, pero con el beneficio de la distancia, cabe decir que fue durante sus ocho años de mandato que EEUU comenzó a preparar el terreno para encontrarse con una situación geopolítica mucho más desfavorable en el siglo XXI. En mi opinión, los principales errores que cometió Clinton en su política exterior fueron:

+ Las relaciones con Rusia. Al inicio del mandato de Clinton, Rusia todavía deseaba ser una asociada de EEUU e integrarse en el sistema occidental. El punto de inflexión que lo cambiaría todo fue la expansión de la OTAN hacia los Estados de Europa central y oriental. Se ha debatido mucho sobre si EEUU dio garantías informales o no a Rusia de que la OTAN no se expandiría hacia el Este. Con independencia de si se dieron las garantías, es lógico que Rusia pensase que la expansión tenía como objetivo contenerla. Esta mala sangre inicial se vio agravada con la guerra de Kosovo 1998-99, en la que los bombardeos de la OTAN jugaron un papel clave en la derrota serbia. Rusia, que era aliada de Serbia, mostró un enorme disgusto por la acción de la OTAN. Rusia y China presentaron un borrador de resolución en el CSNU, que condenaba la acción de la OTAN como una violación de la Carta de las Naciones Unidas. ¡Cómo habían cambiado las cosas desde que 9 años antes Rusia votó a favor de la intervención en Iraq y China se abstuvo!

+ El ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Clinton actuó, pensando como su predecesor que, a medida que se desarrollase económicamente, la sociedad china se volvería más democrática. Parte de esa asunción era que China se moriría de ganas por ingresar en el orden liberal norteamericano y por compartir sus valores. Con estos fundamentos, Clinton apoyó el ingreso de China en la OMC y además aceptó que lo hiciera con un estatus especial y favorable: el de economía no de mercado. Visto en la distancia puede apreciarse que Clinton realizó una gran concesión a cambio de muy poco.

+ La reacción ante la crisis asiática de 1997. Las economías del Sudeste Asiático habían estado creciendo como la espuma. Lo malo es que parte de ese crecimiento se había basado en deuda contraída en dólares para proyectos que se pagaban en otras monedas. Cuando la burbuja reventó y se devaluaron las monedas asiáticas, muchas empresas se encontraron con una deuda que no podían pagar en ninguna moneda. El FMI, con la anuencia de Washington, les impuso medidas draconianas para ayudarlas. EEUU impidió además la aparición de un FMI asiático que Japón propuso. La crisis dejó un gran resquemor en Asia con respecto a las instituciones financieras internacionales. En cambio la imagen de China salió fortalecida en la región, ya que China no devaluó su moneda y emprendió varias medidas para ayudar a sus vecinos.

+ Iraq. Un efecto perverso de la Guerra del Golfo fue que uno de los principales países de Oriente Medio quedó en una suerte de limbo internacional. Iraq se convirtió en un Estado paria, gobernado por un sátrapa con quien nadie quería relacionarse, aunque antes de la invasión de Kuwait había pertenecido a la categoría de sátrapas con quienes la gente se relaciona con entusiasmo. La fórmula de Clinton para tratar con Iraq consistió en resoluciones de NNUU, sanciones y bombardeos. Las relaciones internacionales son como la naturaleza: aborrecen el vacío. Dejar que un Estado importante en el contexto de Oriente Medio, poseedor de las segundas reservas mundiales de petróleo y fronterizo con Irán, estuviese a un paso de convertirse en un Estado fallido, era cuando menos arriesgado. Los efectos se dejarían ver en el siguiente mandato presidencial.

+ Al-Qaeda. Fue durante el mandato de Clinton que la amenaza de al-Qaeda se hizo evidente. Sus golpes más sonados a los intereses norteamericanos fueron los ataques a las Embajadas norteamericanas en Kenya y Tanzania y la bomba contra el buque de guerra USS Cole. De la aproximación de Clinton a la amenaza de al-Qaeda cabe hacer dos críticas: 1) Se centró demasiado en la persona de su líder, Osama bin Laden, olvidando que la organización era mucho más que su líder; 2) No prestó la debida atención al contexto. Al-Qaeda era una manifestación del malestar mucho más amplio en el mundo musulmán con la política norteamericana, espoleado en buena medida por la falta de avances en el Proceso de Paz entre palestinos e israelías. Asimismo era la manifestación del proceso de radicalización en una parte del mundo musulmán, que se volvería tan relevante a nivel geopolítico en el siglo XXI.

En el plano de los aciertos, quiero destacar uno: Clinton sí que fue consciente de que el futuro económico del mundo pasaba por Asia-Pacífico. A finales de los 80 el líder malasio Mahathir había intentado crear un Caucus Económico de Asia Oriental, que hubiera dejado fuera a EEUU, Australia y Nueva Zelanda. El Primer Ministro australiano Bob Hawke consiguió meter la cabeza y así nació en 1989 la Cooperación Económica de Asia-Pacífico (APEC) con EEUU entre sus miembros. Clinton entendió la importancia de APEC y en 1993 organizó en Seattle la primera reunión de Ministros de APEC.

Clinton había heredado una buena mano de cartas y la jugó regularcillo. Al término de su mandato asomaban algunos nubarrones y una parte de la buena voluntad que despertaba la hegemonía norteamericana a comienzos de los 90 había desaparecido. George W. Bush representaría el punto de inflexión. Su intento de garantizar la hegemonía norteamericana por un siglo más, tuvo el efecto contrario y forzó a su sucesor, Obama, a pasarse su primer mandato limpiando los desaguisados que le había dejado su predecesor.

 

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