Llevaba dos años trabajando en el consultorio sentimental de un diario digital. Bill Gates cruzado con lo más rancio de la Doctora Francis. Me imagino que me lo encomendaron porque vieron que era el más friki del equipo.
Firmaba como “Perita en dulce”. Sé que es un nombre ridículo, pero no se me ocurrió ninguno mejor. Quería un nombre que hiciese dudar al lector sobre el sexo y la orientación sexual de la persona que había detrás. Quería que los hombres creyeran que detrás había una mujer cariñosa que les entendía, que las mujeres pensasen que les respondía un hombre atento que las escuchaba de verdad y que los homosexuales y las lesbianas se dijeran que ahí había otra persona con su misma orientación sexual y que sabía hablarles.
Todos se hubieran llevado un chasco si hubiesen sabido que detrás de la sección había un cuarentón calvo y dos veces divorciado, un hombre que nunca había sido capaz de arreglar bien su vida sentimental, daba consejos sobre amores y relaciones. Y los daba sobre la base de unos cuantos libros de autoayuda, algo de psicología barata aprendida en las barras de los bares y muchos desengaños propios y ajenos. Hay psicólogos que con menos bagaje y cobrando mucho más, también se dedican a los males de amor y no creo que sus consejos sean muchos mejores que los míos.
Mi sección tenía éxito y yo estaba razonablemente satisfecho, hasta el día que mi novia rompió conmigo y descubrí que mis consejos no valían una mierda.
Mi novia se llamaba Ana. Salimos dos años y durante ese tiempo llegué a convencerme que era la mujer de mi vida. “Contigo, me planto”, le dije en más de una ocasión y ella sonreía y me respondía: “Cuidado con esas promesas, que la vida es muy larga”. Yo era sincero cuando lo decía. Había encontrado a la mujer más maravillosa del universo. O eso creía.
Fue ella la que me abandonó. Y lo hizo por un hombre dieciseis años mayor que ella, bastante zafio y carota y que hubiera sido incapaz de dar consejos tan bonitos como éste: “Todos tenemos cicatrices en el corazón. Todos hemos sido heridos, una, diez, cien veces. Lo importante es no perder la fe en el amor, saber que más allá del dolor que ahora sientes, vendrá un tiempo en el futuro en el que esa persona especial que buscas aparecerá en tu vida”.
¡Qué asco de consejo! ¡No se puede ser más cursi ni más bobalicón! Cuando te dejan, duele y no te consuela saber que el próximo amor está a seis meses de distancia. Cuando te dejan lo que quieres es a la persona que te acaba de dejar, no a la persona de la que te enamorarás dentro de seis meses.
Regla 1: Tu gran amor se ha terminado. Es el fin, la fin, the end, das Ende, konets, set laeew. Se terminó. ¿Qué parte de “se terminó” no has entendido?
La primera reacción puede ser creer que estáis pasando una mala racha, que es un bache, que lo superaréis. Y eso lo sigues pensando incluso cuando la ves paseando de la mano de su nuevo amor. Eso es un poco más duro, pero también tienes respuesta para eso: no durarán, le decepcionará y volverá a mí.
A ver, cuando cambiaste tu Seat Ibiza por un BMWi3, ¿echaste la vista atrás y te dijiste que añorabas tu Seat Ibiza? Pues esto es lo mismo. Hazte a la idea de que se ha comprado un BMWi3 y que a ti te ha dejado en el taller de desguace y que le importa poco lo que le suceda a tu carrocería.
Ana quedó conmigo una tarde poco después de que rompiéramos. Me dijo cosas muy bonitas. Que le importaba mucho, que era un amigo especial para ella, que no quería que saliera del todo de su vida. Casi levito. “Le sigo importando. No todo está perdido”.
Tengo una amiga lesbiana, Marta, que sabe mucho más de mujeres y de amores que yo. Ella hubiera debido de ser “Perita en dulce”. Si esa noche de mi último encuentro con Ana, no hubiese hablado con Marta, habría levitado de felicidad. “Tío, ¿estás gilipollas o qué? ¿De verdad te has creído toda esa bazofia que te ha dicho? Si pienso bien de Ana, ha intentado amortiguarte el golpe. Si pienso mal, no te quiere perder como plan B, que hace mucho frío afuera, las relaciones son muy crueles y nunca sabes si no tendrás que llamar a la puerta de un ex a pedir cobijo”.
– ¿O sea que todavía hay posibilidades de que vuelva conmigo?
– Sí, si en las próximas 48 horas descubre que su nueva pareja es coprófilo, necrófilo y pederasta y que hace el amor con los calcetines puestos. Tío, despierta. Ahora está emocionada con él. Hazte a la idea de que esa relación va a durar y que si un día rompen, ella ya se buscará lo primero que tenga a mano y eso primero no será un ex llorica como tú.
– ¿Entonces?…
– Que te busques a otra, que ahora con tinder y con meetic es muy fácil.
Al día siguiente le pedí al director que me cambiase de sección. Me había dado cuenta de que era un cuarentón llorica y calvo que daba consejos sentimentales de mierda.
– ¿Pero estás seguro? Tu sección tiene mucho tirón.
– Que sí, que he dejado de creerme los consejos que doy. Ya no puedo seguir con el consultorio sentimental.
– Mucho me temo que lo único que puedo darte es Internacional.
– ¿No hay nada en Deportes o Noticias del Corazón?- Aunque entonces estuviese muy dolido y no parase de pensar en Ana, tengo mi prurito profesional y eso de que me mandasen a una sección sin importancia me jodía. Me gusta escribir de las cosas que importan a la gente.
– Esas secciones las tengo ya llenas. Mira, no te preocupes, que internacional no es tan difícil. Te coges los teletipos de las agencias. Los reescribes para que parezca que son de producción propia y ya está. Incluso podrás firmarlos con tu propio nombre. Ahora te puedo decir que lo de “Perita en dulce” nunca me convenció.
Y así, por un desengaño amoroso, dejé de escribir cosas como que el amor verdadero siempre triunfa y empecé a escribir sobre Siria, Afghanistán y otros sitios que sólo me sonaban de los crucigramas.
Regla 2: Resiste las tentaciones de llamarla
Los primeros días sentirás la tentación de llamarla en ocasiones, sobre todo si te ha dicho que le importas mucho, que eres un amigo especial y que no quiere que salgas del todo de su vida. Esas tentaciones se harán más fuertes a las horas en que solíais hablar.
Nuestra hora eran las diez de la noche. Nos llamábamos y nos contábamos cómo había sido el día. Eran charlas de diez minutos. A menudo me pillaba en medio de una serie y muchas noches intenté acortarlas sin que se me notara mucho. Es gracioso. Esas llamadas, que a veces me incomodaban, ahora las echaba de menos.
Un par de noches cogí el móvil, me metí en la libreta de direcciones y estuve a punto de pinchar su teléfono. Tenía excusas muy buenas para llamarla, o eso creía. Que Javi se había comprado un coche (ella y yo éramos de transporte público y nos la sudaban los coches), que porqué no quedábamos para ir a ver esa de Tarantino que acaban de echar, que a fin de cuentas seguíamos siendo amigos (nunca tragué a Tarantino y ella lo sabía), que si tenía el teléfono de esa casa rural en la Ribera Sacra en la que estuvimos en el Puente de Todos los Santos que lo necesitaba porque quería, quería… (esta excusa era casi tan patética como llamarla para decirle que si no volvía conmigo, abriría el horno, metería la cabeza y le daría el gas; no, no llamé para decírselo, pero a punto estuve).
¿Cómo aguanté la tentación de llamarla? Supongo que en algún lugar entre los michelines aún me quedaba alguna reserva de dignidad.
Regla 3: Bórrala de amiga en facebook y salte de todos los grupos de whatsapp en los que estéis los dos
Lo que más me jodió cuando fui a borrar a Ana de amiga en facebook, fue que ella ya me había borrado a mí antes. Y en cuanto a los grupos de whatsapp, no hizo falta que me saliera de ninguno. Ella ya lo había hecho. Hasta se había salido del grupo de whatsapp Fans de Adam Sandler, que hacía más de un año que no funcionaba.
– ¿Te querrás creer que me ha borrado como amigo de whatsapp? ¡Menos mal que le importaba, que era un amigo especial y que no quería que saliera de su vida!
– ¿Te has convencido ya de que las cosas tan bonitas que te dijo y que te emocionaron tanto eran bazofia?- Me jodía que Marta me dijera eso mientras se comía un bocadillo de calamares de dos euros. Eso sí que era bazofia y seguro que era malísimo para el colesterol. Me jodía eso y que tuviera razón.
– ¿Por qué habrá tenido que borrarme en facebook?
– Pues porque ya eres el pasado y no le apetece que andes hurgando en lo que ella hace ahora con su vida. Lo mismo tiene miedo de que te obsesiones con ella, un día te enteres por facebook de que ha quedado en una cafetería con su nuevo amor y te presentes allí con una recortada.
– No estoy obsesionado con ella.
– Claro. Por eso llevamos 45 minutos hablando sobre Ana.
– Estamos intentando poner las cosas en claro, arrojar un poco de luz sobre…
– Claro, claro y súbete la cremallera que llevas 45 minutos enseñando tus calzoncillos de Mickey Mouse.
Me la subí rápidamente. “¿Cómo no me lo habías avisado?”
– No quería interrumpirte mientras hablabas de esa mujer con la que no estás obsesionado.
– Vale, puede que no la haya olvidado todavía del todo. Pero estoy en ello.
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