(La famosa curva de la oferta y la demanda
Otras de las ideas económicas tradicionales que ataca Orrell son:
+ La capacidad predictiva de la economía. Si la economía fuera realmente una ciencia sus modelos matemáticos podrían ser realmente predictivos, pero éste no es el caso. En los últimos años, uno de los grandes aldabonazos que recibió la teoría económica fue su incapacidad de predecir la crisis financiera de 2008, que fue el equivalente a que la Física no hubiera podido predecir la caída de un asteroide de gran tamaño sobre la Tierra. Aquel acontecimiento hubiera debido de proporcionar una cura de humildad a los economistas, pero no, aquí les tenemos que siguen realizando pronósticos con una confianza que uno no sabe de dónde la sacan. Por cierto, que siempre me ha maravillado su capacidad de pronosticar el crecimiento con decimales y todo: “España crecerá un 3,3”. Ya puestos a ser chulos, podían hacer los pronósticos con dos decimales; se los íbamos a comprar igual.
+ A la economía le gusta tratar con individuos y además con individuos racionales que buscan maximizar sus beneficios. Con respecto a lo primero, la economía se olvida de que somos animales sociales y puede que algo tan gordo como comprarse un coche, dependa en parte de ver con envidia cómo el vecino está conduciendo un coche nuevo. En cuanto a lo segundo, para que les funcionen los modelos, muchos economistas asumen que los individuos son racionales, que harán los esfuerzos que sean necesarios para mantenerse informados sobre los precios del mercado, que su principal motivación es el dinero y que no se influyen ni interactúan entre sí fuera del mercado. ¿Alguien ha conocido a un individuo así de raro? Yo creo que no, pero resulta que si los individuos empiezan a dejarse llevar por sus emociones y a priorizar cosas diferentes del dinero, las ecuaciones dejan de funcionar.
+ A los economistas les gusta pensar que la economía es intrínsecamente estable y que las fluctuaciones que vemos son temporales y acaban volviendo a la estabilidad. ¿Por qué no iba a ser así cuando vemos la estabilidad en la gravitación de los cuerpos en el espacio (los viejos celos de los economistas con la Física, que sí que es una ciencia)?
El economista norteamericano Hyman Minsky elaboró una teoría que daba cuenta de una economía que tiende cíclicamente al caos. Minsky dividía a los prestamistas en tres categorías: 1) Cubiertos: pueden hacer frente al capital y a los intereses de sus deudas; 2) Especulativos: pueden hacer frente sólo a los intereses; 3) Piramidales: no puede pagar ni el capital, ni los intereses y su apuesta es que el valor de su bien se aprecie. En momentos de prosperidad la tendencia es a endeudarse hasta que llega un momento en el que la deuda es insostenible y se produce un punto de inflexión, ahora denominado Momento Minsky. La tendencia de la economía se invierte. Los primeros en caer son los prestamistas piramidales, les siguen los especulativos y, si la crisis es lo suficientemente seria, pueden acabar cayendo hasta los prestamistas cubiertos. Esto fue lo que sucedió en 2008 y les abrió los ojos a algunos economistas. No a todos.
+ La idea de que el riesgo se puede gestionar, lo que implica que los sucesos inusuales son extraordinariamente raros. Spoiler: los modelos matemáticos usados por los economistas para gestionar el riesgo han fracasado todos. En cuanto a los sucesos inusuales, desde 1990 hemos tenido: el tequilazo de 1994, la crisis asiática de 1997, la crisis financiera rusa de 1998, el estallido de la burbuja dotcom en 2001-2002, la crisis financiera de 2008… tal vez los sucesos inusuales no lo sean tanto. Alguien podrá replicar que desde 2008 no hemos tenido una crisis de las mismas dimensiones. Yo respondería que hasta ahora. En los últimos años hemos vivido peligrosamente, rozando continuamente la catástrofe y asomándonos al abismo: pandemia, disrupción de las cadenas de suministros, crisis energética, guerra de Ucrania, desastres causados por la intensificación del cambio climático, ralentización de la economía china… Es cuestión de tiempo que en una de éstas no nos asomemos al abismo, sino que caigamos directamente en él.
+ La idea de que la economía es básicamente justa y de que quitando desastres inesperados, uno recibirá conforme a sus méritos; a fin de cuentas todos podemos concurrir en el mercado. La realidad de que las desigualdades son cada vez más flagrantes y que los ricos se hacen cada vez más ricos es tan patente, que aquí tendríamos uno de los muchos casos en los que los economistas, sobre todo los neoliberales, nunca dejan que la realidad interfiera en una buena teoría. Las simulaciones muestran que la desigualdad es una parte intrínseca del sistema y que crece con el tiempo, si no hay una mano externa (llámese Estado) que intervenga para corregirlas. Pero a menudo la desigualdad no es sólo algo intrínseco al sistema, sino que refleja las relaciones de poder. Un ejemplo es el de los sueldos actuales de los CEOs comparados con los de los empleados.
+ Los fundadores decimonónicos de la teoría económica creían que el crecimiento económico que pondría en manos de los ciudadanos más recursos, también traería ciudadanos más felices. Dado que el placer no se puede cuantificar, el concepto de utilidad se inventó sobre la base de que utilidad = satisfacción = placer. Esta equivalencia parte de una serie de asunciones erróneas. La principal es que la mejora material implica un aumento de la felicidad. Creo que nuestras sociedades medicadas, ansiosas, estresadas y terapeutizadas son un buen ejemplo de que no hay relación entre crecimiento económico y felicidad.
+ La infalibilidad de los mercados, que fracasó tan rotundamente en la crisis de 2008, que criticarla no tiene mérito. Si aún hay quienes defienden esta infalibilidad es porque tienen intereses en juego. Los mercados es donde oferta y demanda se encuentran y se fijan los precios, precios que siempre serán los justos si no se interfiere en el funcionamiento del mercado, ya que son la medida del valor esencial de cada cosa. Esto implica que los sueldos de decenas de millones de dólares de los CEOs son justos, porque el mercado es quien los fija, igual que fija que los ordenanzas ganen miles de veces menos.
Resumiendo todo lo anterior: llevamos más de un siglo rigiéndonos por unas teorías incompatibles con la realidad. Por poner una comparación, es como si la ciencia médica siguiera centrada en hacer sangrías para curar a todos los pacientes con independencia de la enfermedad. Y lo peor no es esto. Lo peor es toda la destrucción del medio ambiente, las desigualdades y los trabajos absurdos que esa creencia ciega en la economía ha comportado.
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