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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Los Netanyahu

Emilio de Miguel Calabiael

Ruben Blum es un historiador judío especializado en Historia fiscal que trabaja en la Universidad Corbin, en cuyo profesorado ha sido el primer y hasta ahora único judío en ingresar. Es un hombre más bien apocado, empeñado en hacer lo correcto y que parece convencido de que de alguna manera tiene que pedir perdón por ser judío. “…yo también era la encarnación abotargada, hipertensa y por encima de todo ansiosa y hasta aterrorizada de ese estereotipo del hombre judío falto de coordinación, con tendencia a intelectualizarlo todo y autocrítico…” El director del Departamento, el doctor Morse,- un carota autoritario, pero paternalista-, no es la persona más adecuada para quitarle sus complejos. “… en nuestro trato oficial [con el doctor Morse] teníamos la misma relación que tiene una capital con una colonia: diplomática y vigorosamente cordial. Ciertamente me ayudaba el hecho de saber cuál era mi sitio, de saber por qué me habían contratado. El doctor Morse era el jefe monárquico y yo era su enlace semita-lealista y espía entre mis colegas americanistas del Departamento de Historia de Corbin. Debido a mi iniciativa judía y a mi voluntad judía de impresionar, me correspondía ser sus ojos y sus oídos en aquel hemisferio incomprensible…”

Su mujer Edith es la bibliotecaria de la universidad. Es convencional y entiende que su principal papel es encargarse de las tareas domésticas (estamos a finales de los 50), aunque el lector siente que por debajo corre un venero de frustración. Judy, su hija adolescente, es todo lo contrario que sus padres: rebelde y obstinada, sí, como todos los adolescentes, pero en su caso elevado a la novena potencia.

Esta es la familia protagonista de “Los Netanyahu” del novelista norteamericano Joshua Cohen. Bueno, hay otra familia en la novela, pero de ella hablaré después.

La novela está estructurada en episodios. Cada episodio en sí mismo es magistral, pero falla algo en la arquitectura de la novela. La suma de episodios magistrales no hace una novela magistral, sino una novela simplemente aceptable (lo cual es bastante. Hay muchos escritores incapaces de escribir cosas simplemente aceptables).

Los episodios son: 1) La conversación del doctor Morse con el protagonista. Tal vez haya sido el episodio que más me ha gustado. Es una pena que Cohen no le haya dado más juego al doctor Morse en la novela. Tiene un aire a personaje del “Tristan Shandy” de Sterne que es fabuloso; 2) La visita de los padres de Edith en el Rosh Hasaná de 1959. Los padres son acomodados y de alguna manera les gusta recordar a su yerno continuamente la mala boda que hizo su hija, que hubiera podido aspirar a un mejor partido; 3) La visita de los padres del protagonista en el día de Acción de Gracias. Durante la cena hablan de distintos temas elevados, pero ninguno tan elevado como la gran nariz semita de Judy con la que ésta está más que descontenta; 4) La visita del matrimonio Netanyahu y sus tres hijos destructores, que es el eje de la novela y ocupa su última mitad.

Esta estructura no me ha gustado. Hay poco conexión entre los cuatro episodios. El primer episodio tiene más razón de ser en el contexto de la novela. En cambio, los episodios de las visitas de los padres de Ruben y Edith son prescindibles. Están bien escritos y son entretenidos, pero cabría preguntarse lo que hacen ahí, aparte de llenar páginas.

El punto de arranque de la verdadera historia, de aquélla que es la que realmente nos quiere contar el escritor, es cuando el doctor Morse le pide a Ruben que forme parte del comité de evaluación para evaluar a un candidato que les ha sido impuesto: un especialista en estudios europeos del Medioevo, que dará clases sobre la Biblia hebrea: el profesor Ben-Zion Netanyahu. En uno de los pequeños guiños antisemitas que continuamente se dan en las relaciones de Ruben con la universidad, en el fondo le han pedido que evalúe al profesor Netanyahu porque los dos son judíos. “Creemos que estás en una posición única para juzgarlo [justificación de por qué Ruben es indispensable], dado que encajas tan bien en Corbin [la píldora se le dora antes de clavarle el rejón] y ese hombre es uno de los tuyos [el lugar hacia donde se dirigía toda la conversación].”

La llegada de la familia Netanyahu al hogar de los Blum será como la irrupción de Atila el bárbaro. Ben-Zion Netanyahu es un hombre deshonesto, irascible y suspicaz, que cree que Yahvé le dio carta blanca sobre el resto de la creación y que esa carta blanca no le es reconocida por la malevolencia de sus coetaneos. Tzila, su mujer, es simplemente la versión femenina del vándalo Ben-Zion. Y luego vienen los tres hijos, Yoni, Bibi e Iddi, maleducados, salvajes, destructivos… La descripción de Joshua Cohen de la familia es tan magistral que me pasé las siguientes páginas deseando que un rayo cayese del cielo y les aniquilase. Spoiler: no sucedió.

Un ejemplo del carácter de Ben-Zion Netanyahu y de su tendencia a arrollar a cualquiera con más escrúpulos y decencia que él:

“Edelman, el hombre al que he llamado y que me prestó el coche. Quiere que te pregunte si conoces a un buen mecánico. [Habla Ben-Zion]

– Pues no sé… Puedo intentar…

– No he terminado. Déjame terminar. Edelman quiere que te pregunte si conoces a un buen mecánico en la zona, pero soy de la opinión de que a su coche no le pasa nada. Absolutamente nada. Cualquier desperfecto que haya sufrido en nuestro trayecto hasta aquí no sólo es puramente cosmético, sino cien por cien culpa del mismo Edelman. Sucede simplemente que el coche ya estaba en mal estado antes de que lo cogiéramos nosotros, y Edelman fue un irresponsable por prestárnoslo en ese estado. Es muy peligroso lo que ha hecho. Alguien podría haber salido herido muy fácilmente o haberse matado.

– ¿Pero qué cree usted que le pasa?

– Repito, no le pasa nada y no es culpa nuestra. Es todo culpa de Edelman y así se lo he dicho. Aun así, me ha hecho prometerle que te preguntaría por un mecánico, y yo se lo he prometido y te lo he preguntado, y ahora tú me vas a contestar que no, que no conoces a ningún buen mecánico en la zona, o bien que todos los mecánicos de la zona son unos sinvergüenzas, o que aquí nadie hace reparaciones inmediatas porque es un día de nieve… algo así…

– ¿Quiere usted que le diga qué?

– Si quieres, puedes llamar a Edelman y decírselo tú mismo. O si eso es mucho pedir, quizás cuando vayamos al campus podemos pasar por tu despacho y escribes una carta.”

Al subepisodio de la invasión vandálica del hogar de los Blum, seguirán el de Netanyahu en el campus y la coda final, cuando regresan a casa y se encuentran con el televisor nuevo volcado en el suelo con la pantalla hecha trizas y alguna sorpresa desagradable más… (no diré más).

Al final de la novela, Joshua Cohen evoca al crítico literario Harold Bloom. Resulta que la trama de la novela está basada en una anécdota real que le sucedió. Cohen la ha novelado, ha transformado al matrimonio Bloom y a su sobrina J. en el matrimonio Blum y su hija Judy, pero ha dejado intactos a los Netanyahu. Eran tal y como aparecen en la novela. Por cierto, que uno de los hermanos vándalos llegaría con el paso de los años a convertirse en Bibi Netanyahu, el jefe de Estado que más tiempo ha ocupado el cargo en Israel y cuyo “reinado, marcado por el levantamiento de murallas, la construcción de asentamientos y la normalización de la ocupación y de la violencia estatal contra los palestinos, representa el triunfo supremo de la visión revisionista promulgada por su padre y antaño desacreditada.”

 

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