(Advertencia: quien siga leyendo se arriesga a que le destripe una novela muy interesante)
La historia de “El fundamentalista reticente” es a primera vista simple: un pakistaní se encuentra en un café de Lahore con un extraño norteamericano y le cuenta la historia de su vida. Pero en “El fundamentalista reticente” nada es tan simple como parece.
Lo más interesante de la estructura narrativa de la novela es que el autor nos hurta dos puntos clave: el encuentro del pakistaní con el norteamericano (¿fue casual o premeditado? ¿fue realmente la iniciativa del pakistaní?) y lo que ocurrirá después de la última línea. El lector intuye que tras la última línea algo horrible va a ocurrir y que seguramente alguien morirá. Pero, ¿quién y cómo?
La historia se mueve en dos planos, el presente, en el que Changez está contando en Lahore a un norteamericano la historia de su vida, y el pasado. Aunque es el relato del pasado lo que ocupa casi toda la novela, lo realmente importante es lo que está ocurriendo en el presente, en esa conversación en la que sólo vemos realmente a uno de los interlocutores. Al otro, al norteamericano, sólo lo vemos de refilón; es por las reacciones de Changez que vemos cómo le afecta la historia que le están contando e inferimos las preguntas que va haciendo. En ese relato del presente también vemos las acciones de los protagonistas: básicamente beber té y comer y ver cómo la plaza en la que están va cambiando a medida que transcurren las horas.
Una de las cosas más interesantes de la novela es la sensación que transmite de que tanto la historia en el presente como la del pasado van a terminar mal. No es fácil crear esa atmósfera ominosa, sin dar pistas al mismo tiempo de qué es lo que se prepara.
La historia en el pasado de Changez empieza de color de rosa. Él es un pakistaní que acaba de terminar sus estudios en Princeton. Una prestigiosa compañía de analistas lo contrata y poco después se enamora de una norteamericana. Parece que Changez ha conseguido el sueño americano. Tiene por delante un futuro de éxito y de riqueza. Sí y también está el amor, aunque si hay que elegir, me quedo con la riqueza.
Tanto el trabajo como el amor tienen su lado oscuro que paulatinamente se irá poniendo de manifiesto. En el caso del amor, Erica, la chica, sigue enamorada de su amor de toda la vida, que murió a los 21 años de cáncer. Erica no acaba de aceptar una realidad en la que ese primer novio ya no está y prefiere la locura. En cuanto al trabajo, lo que en principio parecía algo tan abstracto como valorar compañías, tiene unas consecuencias humanas que Changez no había previsto. Cuando ya está en el proceso de abrir lo ojos, Juan Bautista, un chileno cuya compañía ha ido a valorar, le dice: “¿No te molesta vivir de alterar la vida de otras personas?” y le compara con los jenízaros, los niños cristianos que los turcos otomanos reclutaban jóvenes y convertían en soldados fieros para que les ayudasen a sojuzgar a sus propios paisanos.
El punto de inflexión para Changez será el 11-S. Allí de pronto descubre que tiene las lealtades divididas. ha estudiado en Princeton y tiene un buen empleo en una firma norteamericana. Sin embargo, mientras ve en televisión, durante un viaje de negocios a Manila, la caída de las Torres Gemelas, es consciente de que sus sentimientos no son los mismos que los de sus colegas nacidos en EEUU. Al día siguiente, mientras les conducen por el tráfico de EDSA en una limousine, descubre que tiene más en común con el conductor filipino de un jeepney que con sus colegas: “… miré por la ventanilla y ví, a unos pocos metros, al conductor de un jeepney que me devolvió la mirada… (Entabla una suerte de duelo visual con el filipino y se hace preguntas sobre los sentimientos de aquél. Entonces uno de sus colegas le hace una pregunta y Changez tiene una revelación:) … Entonces uno de mis colegas me preguntó algo y cuando me giré para responderle, ocurrió algo extraño. Le miré (…) y pensé: Eres tan extranjero. Me sentí en ese momento mucho más próximo al conductor filipino que a él. Sentí que estaba actuando, cuando en realidad debería de estar volviendo a casa, como la gente en la calle.” Así se pone en marcha el mecanismo que le llevará a abandonar el sueño americano para volver con los suyos en Pakistán.
Lo mejor es que el autor no trata de sacar una moraleja, que diga que el sueño americano está equivocado y que hay que volver a las raíces. Simplemente relata la historia de cómo Changez renunció a aquello para regresar con los suyos.
Siento haber prácticamente matado la novela. Pero incluso conociendo casi el final, sigue mereciendo la pena, aunque sólo sea por ese aire ominoso que la invade.
Para los que la hayan leído: ¿quién creeis que es el norteamericano que Changez se encuentra en Lahore? ¿Quién pensáis que morirá después de la última línea? Yo tengo mis propias teorías, pero me apetece conocer las de otros que la hayan leído.
Literatura