(El autor con su libro)
La hoja del 11 de abril de 1943 trae un discurso del líder falangista Rafael Sánchez Mazas [ironías de la Historia. Si hoy nos acordamos de Sánchez Mazas es porque Javier Cercas relató la historia de su escapada en “Soldados de Salamina”], que exalta la obediencia ante la voz de mando, ante la cual no se trata de teorizar, sino de cerrar bien las filas; a ello añade: “Y sobre todo no caigáis nunca en la ridiculez suicida de querer mejorar o aumentar o disminuir las voces de mando.”
Un principio sobre el que insistirán regularmente es el del Estado totalitario: “Sentimos, proclamamos y defendemos la vocación totalitaria. Queremos el supremo poder para el Estado, y que sea este quien marque en justicia distributiva los deberes y derechos de cada cual. Afirmamos, rotundamente, la supremacía de la totalidad sobre la individualidad (…) el bien de uno debe sacrificarse en beneficio de todos… (HC del 14 de octubre de 1942)”
La División Azul retomó la idea de que España había emprendido una cruzada contra el bolchevismo y ellos estaban continuando la tarea iniciada el 18 de julio de 1936. “La empresa de Rusia es de espíritu de cristiandad frente al enemigo torvo y frío, negador de verdades, blasfemo (…) También Rusia tenía un destino de salvación. También Rusia, signada de cruces, podía ser noble y santa (…) Somos cruzados. Vamos con fuego en el pecho, en la inmensa misión redentora de Europa de sí misma (HC del 2 de diciembre de 1942)” “La Falange integra hoy en su seno todos los valores eternos que han informado la historia de nuestra patria, por eso es profundamente religiosa [esta frase la hubiera podido suscribir Marcelino Menéndez Pelayo, que afirmaba que la identidad española venía dada por el catolicismo]. Pero la deformación producida por varios siglos de influencia extranjera en la fisonomía de España ha desvirtuado considerablemente aquella condición y en la actualidad, entre los valores que pretendemos restaurar, figura en primer término el profundo espíritu católico que fue motor y acicate de los hombres de nuestros siglos grandes. (HC del 2 de marzo de 1942).” Este texto repite una vieja afirmación del ultramontanismo, que España sólo puede dejar de ser católica por la nefanda influencia extranjera.
Hay momentos en los que esta cruzada adquiere ribetes metafísicos y atemporales. “Tiene corazón de héroe y gusta del fragor de las batallas, cuando su espada victoriosa precisa intervenir contra los enemigos de Dios, cuando las armas cristianas de los españoles, en su eterna lucha contra los infieles, necesitan el aliento del Santo y el nervio de su brazo, entonces Santiago cruzará los campos de batalla. (HC del 25 de julio de 1943)” Es una afirmación que huele más al siglo XIII que a 1943.
La retórica que a menudo utiliza la Hoja y que es la retórica que estaba al uso en la España franquista, suena a nuestros oídos hoy como si fuera un texto del siglo XVI: “El hombre más digno no es el que tomó sobre sí la misión más grande, sino el que mayores sacrificios dedicó a su cumplimiento. El esforzado es el héroe. En nuestra hora española, que es de heroísmo callado, jamás susceptible de usarse como bandera de pretensiones vanidosas, el deber se formula como siempre con hermosa claridad. Para la gente hispánica, a la que únicamente la juventud puede dar todo y estilo, aspiración y fe verdaderas, hay una sencilla proclama que llevamos por resumen de todos los deberes: SERVIR A ESPAÑA. Como al pronunciar un ensalmo sagrado, a la sola presencia de esta consigna se enardecerán los buenos y palidecerán los culpables. (26 de agosto de 1942).”
No pocos de los números incluían apartados destinados a exaltar la Historia imperial de España. “¡Bolcheviques! ¡¡Que viene el Duque de Alba!! (HC del 7 de noviembre de 1941)” En general casi cada número traía la biografía de un héroe del Imperio. Éstos eran los que cabía esperar: Cristóbal Colón, Hernán Cortés…
La Hoja contiene numerosas referencias a la política internacional, que pueden resumirse en: las potencias anglosajonas, dirigidas por el capital judío, son muy malas, sobre todo Inglaterra; la URSS es el archisatán y el archienemigo; Alemania es la camarada con la que compartimos objetivos.
La Hoja traía referencias al curso de la II Guerra Mundial y resultan risibles sus intentos de disfrazar la realidad de que Alemania estaba siendo derrotada. La HC del 1 de julio de 1942 traía una afirmación tan falsa como optimista: “El monstruo bolchevique ha sido aniquilado y con ello desaparece el último aliado de Inglaterra en el continente. Ni otro invierno ruso, ni los desesperados viajes de Molotov y Churchill pueden poner la menor duda en la victoria de las gloriosas tropas alemanas, unidas con los valientes voluntarios del continente entero.” En ese momento hacía tres días que había empezado la Operación Fall Blau, con la que Alemania esperaba hacerse con los campos petroleros del Cáucaso y cortar la arteria de Volga. Hoy sabemos que hubo muchos factores que condujeron al fracaso de esa ofensiva: no haberle destinado suficientes fuerzas, escasa dotación de combustible, obcecarse con la toma de Stalingrado. Pero en julio de 1942 un simpatizante con la Alemania nazi, que no sabía todo lo que sabemos ahora, podía pensar que el desmoronamiento de la URSS era inminente.
Después de 1942, la Hoja tuvo que hacer malabarismos para pintar las cosas de color de rosa y ocultar la realidad de que Alemania estaba perdiendo la guerra. En julio-agosto de 1943 se produjo la gran batalla de Kursk, en la que las tropas alemanas no consiguieron penetrar las defensas soviéticas. Tras once días de ofensiva (5-16 de julio), los alemanes tuvieron que parar el ataque y fue el turno de los soviéticos de pasar a la contraofensiva. El siguiente texto se publicó el 8 de agosto, cuando ya era evidente que la ofensiva alemana había fracasado: “En vano pretenden los soviéticos ocultar la CATÁSTROFE de las ultimas operaciones (…) El ejército comunista marcha, con indudable aceleración, a su derrota definitiva.” En enero de 1944, los soviéticos avanzaban en todo el frente. La Hoja no pudo ocultarlo y publicó el artículo “De Leningrado a Kertsch, los bolcheviques avanzan”. Eso sí, le dio su propio sesgo: “Los ataques bolcheviques tienen tan sangrientos resultados, que la cadencia de asaltos viene condicionada por las pérdidas que anteriormente sufren. Así, se alternan períodos de relativa calma (…) con recrudecimientos que marcan la llegada de nuevas fuerzas al teatro de operaciones.” Ignoro si esta interpretación de la campaña podía convencer a alguien, empezando por el que la había escrito.
No sé si los divisionarios lo llevaban de fábrica o si fue por el contacto con los camaradas alemanes, la razón por la que la Hoja contiene bastante textos antisemitas. “La lucha contra el enemigo bolchevique exige que se proceda enérgicamente y sin consideración ninguna contra los judíos que son sus principales sostenedores. Por consiguiente, el Alto Mando del Ejército ha dispuesto que cese toda colaboración del mismo con la población civil judía que abierta o encubiertamente es enemiga de nuestra causa (HC del 28 de octubre de 1941)” Que un texto de los inicios de la presencia de la División Azul sea tan antisemita, me hace pensar que los divisionarios ya traían el antisemitismo de fábrica y que el contacto con los alemanes simplemente lo exacerbó.
“¿Hay algo más soberbio y orgulloso que un judío? No tienen humildad y profesan oscuros y filosofales principios ocultos. La sinagoga no es muro de lamentación, sino logia de conspiracioes. Los judíos no son fatalistas, sino todo lo contrario. Lo que ocurre es que miden por siglos y nosotros por minutos. Ellos esperan, esperan siempre, agazapados entre las máquinas que han de destruir el mundo pero no a la raza de Sem. (HC del 25 de mayo de 1942)” Si alguien me dice que ese texto lo escribió uno de los guionistas del renombrado y execrable documental nazi “El judío eterno”, me lo creo.
Son numerosas las referencias a las aspiraciones territoriales de España en esta guerra: Marruecos y Orán, “y no decimos Gibraltar, porque Gibraltar nunca ha dejado de ser español. (Hoja del 9 de febrero de 1942)”
No han pasado ni cien años de la División Azul y, sin embargo, sus ecos nos resultan tan lejanos… Es como si estuviésemos hablando del siglo XVI y los Tercios de Flandes, comparación que no les habría disgustado.
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