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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

La India conquistada (3)

Emilio de Miguel Calabiael

Las siguientes décadas fueron las de la construcción de infraestructuras modernas en la India. Wilson apunta a que a menudo el impulso a las infraestructuras se debió a factores coyunturales. Así, los proyectos emprendidos en la década de 1840 fueron para responder a una serie de hambrunas y los de la década de 1850 para asegurar el control militar del territorio. Tras el motín de 1857 la construcción de infraestructuras se aceleró y se convirtió en una manera de justificar el dominio británico sobre la India. En la década de 1870 la prioridad fue para ferrocarriles y obras de irrigación. Wilson critica que esos proyectos respondían a una retórica imperial y no tenían en cuenta las necesidades de los indios, que no los necesitarían realmente hasta 30 años después, en pleno siglo XX.

Fue también hacia 1870, que a la justificación del Imperio por las infraestructuras dio paso la justificación por la ley y el orden. Finalmente los británicos podían darse un respiro y decir que habían traído orden a donde sólo había habido caos y que los indios estaban aprendiendo a conducirse según las leyes europeas. Lo único es que unos propósitos tan nobles no tenían en cuenta a los indios a los que se aplicaban y que, para los ingleses, seguían siendo unos perfectos desconocidos después de doscientos años de contacto.

En el último cuarto del siglo XIX comenzaron a aparecer intelectuales indios que querían participar en el gobierno de su propio país. No eran indios que cuestionasen realmente el sistema imperial; tan sólo querían que se les diese en él el puesto que estimaban que merecían. Un ejemplo de estos indios era el abogado Sayyid Mahmood, que afirmaba que el gobierno británico en la India era por derecho de conquista y que se mantenía gracias a la fuerza. No obstante, Mahmood no añoraba el pasado mogol, que calificaba como “una larga narración de asesinatos y carnicerías a sangre fría”. En 1885 un grupo de estos indios que querían reformar el Raj se reunió en Bombay y creó el Congreso Nacional Indio, que marcaría el Subcontinente durante más un siglo.

El Congreso Nacional Indio agrupó a profesionales (abogados, maestros, comerciantes, propietarios de períodicos…) de los sectores más modernos de la sociedad. Creían que trabajar con las instituciones imperiales y engarzarse en los mercados imperiales era la vía del progreso. Sentían que los políticos británicos les habían decepcionado: los conservadores, porque sólo entendían el “ordeno y mando”, y los liberales, porque la India no les interesaba lo suficiente como para querer hacerle la guerra a la poderosa burocracia imperial. Su deseo era “ser tratados como adultos y que les dieran la palabra en su propio gobierno”.

Wilson se detiene especialmente en la figura de uno de los primeros líderes del Congreso, Dadhabai Naoroji. Su principal crítica era que el sistema creado por los británicos extraía recursos de la India y se los llevaba a Gran Bretaña. Esa transferencia de recursos era una de las principales razones de la pobreza en el Subcontinente. Los campesinos indios trabajaban por unos salarios irrisorios para producir a bajo precio cultivos que eran vendidos en los mercados internacionales para beneficio de los capitalistas ingleses. Sabiendo que la Administración imperial en la India no le escucharía, Naoroji se trasladó a Londres a hacer lobby. Allí pasaría treinta años abogando por los derechos de los indios y se convertiría en un punto de contacto clave para todos los indios que iban al Reino Unido.

Poco a poco el ejemplo de las clases urbanas más modernizadas fue calando entre los pequeños artesanos y los campesinos, que comenzaron a crear sus propias asociaciones. Los británicos consideraron esas asociaciones como sediciosas y nunca quisieron dialogar con ellas. Y es que los británicos además de racistas eran clasistas. Todavía podía hablarse con un indio profesional, pero con un campesino miserable… Aunque los británicos no quisieran hacer concesiones públicas ante las críticas que recibían de los indios, lo cierto es que iba resultándoles más difícil mantenerse impasibles y desdeñar las críticas de sus súbditos. Un ejemplo de esto fue cómo gestionaron las hambrunas de 1896-97 y de 1900-01. Las muertes fueron la quinta parte de las de la hambruna de 1876-78.

Wilson señala que la respuesta a esas hambrunas daría la pauta del gobierno imperial británico en los años siguientes. “La disensión era suprimida vigorosamente, pero se hacían concesiones en tanto los británicos pudieran autoconvencerse de que estaban incrementando el poder del estado imperial. El gobierno fracasó a la hora de reducir la pobreza de la India,- ni tan siquiera lo intentó-, pero su objetivo era asegurarse de que los más pobres no murieran en gran cantidad. Por primera vez el gobierno imperial se tomó en serio garantizar la supervivencia de la gente sobre la que gobernaba.”

Los primeros años del siglo XX fueron años de efervescencia nacionalista en la India. El objetivo cada vez era menos participar en el gobierno imperial como que se fueran los ingleses. Una peculiaridad de esos años fue la aparición de movimientos e iniciativas exclusivamente indias, como fábricas que buscaban financiación en bancos cuyos propietarios fueran indios o instituciones educativas organizadas por indios para estudiantes indios. Se diría que, desesperando de llegar a participar en el gobierno imperial, su estrategia consistía en vivir con el menor contacto y dependencia posible de las autoridades coloniales.

Resulta irónico que en aquellos en que el Raj británico empezaba a ser cuestionado, el Virrey fuera Lord Curzon (1899-1905), uno de esos imperialistas que se creía la mística del Raj y lo de Brittania rule the waves. Fue durante su mandato que se celebró el majestuoso Durbar de 1903 en Delhi. Los durbars eran grandes reuniones de notables en presencia del Emperador y databan del período mogol. Eran ocasiones para que los emperadores escenificasen su autoridad y su poderío y ése fue el sentido que Curzon le quiso dar. Los efectos del Durbar y los proyectos grandilocuentes de Lord Curzon duraron lo que duró su virreinato. Ya por aquellos años algunos ingleses empezaron a anticipar que vendría un tiempo en el que no podrían mantener por más tiempo su autoridad en la India. Lord Havelock, que fue Virrey de 1910 a 1916, imaginaba que el poder británico iría pareciéndose al de los emperadores mogoles: “una autoridad distante, importante simbólicamente con un papel pequeño en los detalles de la administración.”

 

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