Los últimos meses del Sikkim semi-independiente fueron sombrÃos. Thondup se debatÃa como una fiera herida. En el fondo debÃa de saber que todo estaba perdido, pero aún intentaba no sé sabÃa qué. La calle estaba soliviantada. La Asamblea desprestigiada. Los únicos contentos, además de los indios, eran el Kazi y la Kazini.
La India era consciente de que el único obstáculo a la incorporación de Sikkim a la India era el Chogyal. La asistencia de Chogyal a la coronación del rey Birendra de Nepal en febrero de 1975, a pesar del disgusto indio, fue la gota que colmó el vaso. El Kazi, herido en su ego porque hubiera sido el Chogyal quien hubiese asistido a la coronación en representación de Sikkim, lanzó toda la artillerÃa durante su ausencia contra Thondup, cuya mera existencia tachó de anomalÃa en la nueva situación de Sikkim. Los indios también decidieron en ese momento que ya habÃan tenido demasiado Chogyal.
Fue en ese momento, demasiado tarde ya, que los polÃticos sikkimeses se dieron cuenta de que necesitaban al Chogyal. Él era el único elemento que daba una identidad separada a Sikkim. El propio Kazi comenzó a ver los peligros de la situación y aceptó mantener un encuentro con Tenzing, el prÃncipe heredero, que habÃa vuelto al paÃs para asistir a su padre en ese momento de peligro. El Kazi hizo una oferta: que Thondup reconociera las elecciones de 1974, que aceptara que el Congreso Sikkimés debÃa ser el partido que mandase y que confirmase al Kazi en su puesto actual. A cambio el Kazi aceptarÃa que Thondup continuase siendo el monarca constitucional con poderes muy limitados. El acuerdo era muy razonable.
Apenas supieron los indios lo que se habÃa acordado, – era muy difÃcil mantener los secretos en Gangtok-, convocaron al Kazi y a la Kazini y les presionaron. Los polÃticos reaccionaron y suscribieron un documento con unos puntos que hubieran devuelto a Sikkim a la situación de 1950. La India respondió intensificando la presión sobre el Kazi y la Kazini y sobre los polÃticos que habÃan suscrito el documento; a unos los amenazaron y a otros los compraron con prebendas. La lección que extrajeron los indios fue que mientras el Chogyal siguiese en Sikkim su control sobre el paÃs no serÃa completo.
El 10 de abril las tropas indias entraron en Sikkim y el Jefe del Ejecutivo indio convocó una sesión de emergencia de la Asamblea y forzó a sus integrantes a firmar dos documentos. El primero abolÃa la institución del Chogyal y establecÃa que Sikkim se convertirÃa en una parte constitutiva de la India. El segundo que habrÃa un referéndum sobre la cuestión cuatro dÃas después.
El referéndum fue una farsa. DifÃcilmente podÃa haber sido otra cosa. No se respetó el secreto del voto. El 97% de los votantes lo hicieron a favor de la anexión. ¿Seguro?
Los siguientes años, hasta su muerte en 1982, Thondup fue una sombra de lo que fue. El Kazi murió desacreditado y lamentando haber servido de instrumento para la incorporación de su paÃs a la India.
Thondup fue un personaje de tragedia griega. Su vida fue un gran fracaso. No consiguió su principal objetivo: preservar la independencia de su paÃs. No era tonto, pero le fallaron la astucia polÃtica y el manejo de los tiempos. No fue consciente de que cuando eres una hormiga y tu vecino es un elefante, no te puedes permitir ciertas actitudes. Le faltó realismo y le sobró obcecación. Su posición en 1947 era jurÃdicamente más indefinida que la de Bhutan y la invasión china del Tibet vino a complicar la situación geopolÃtica de Sikkim. Aun asà tenÃa suficientes bazas en aquellos años como para haberse asegurado una existencia autónoma de la India y, eventualmente, la independencia.
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