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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

El arte de Charlie Chan Hock Chye (1)

Emilio de Miguel Calabia el

 

(Dedicado a MAF, deseándole que coma muchos chili crabs)

Charlie Chan Hock Chye fue el mejor dibujante de cómics de Singapur. Nació en 1938, cuando Singapur se encontraba aún bajo el dominio británico. Su padre regentaba una tienda de ultramarinos en Geylang. Como era habitual, toda la familia vivía en el piso superior de la tienda. Charlie ayudaba en la tienda, algo que con el tiempo vino a apreciar, ya que podía dedicarse a dibujar cuando no había clientes.

El primer contacto de Charlie con los cómics fue en las librerías callejeras, también llamadas de acera, de eran poco más que una estantería de madera apoyada contra la pared y llena de libros y revistas. A diferencia de otros padres chinos, su padre no se opuso a su vocación, seguramente porque creyó que Charlie quería dedicarse a la ilustración publicitaria, que era un trabajo decente, aunque no te hacía rico.

A los 16 años escribió su primera historia, “El robot gigante de Ah Huat”. Es la historia de dos amigos, Ah Huat, Wai Ming y su perro Yoyo, que se encuentran a un robot inerte, hasta que descubren que sólo responde a órdenes en chino. La obra fue publicada en su totalidad por Stones Throw Press. La obra era una metáfora social de Singapur y trataba de mostrar la división entre los chinos privilegiados que habían llegado antes, habían aprendido inglés y habían encajado en el sistema colonial y aquéllos que llegaron después, sin conocimientos de inglés y que eran utilizados como bestias de carga.

Los años 50 en Singapur fueron un período tumultuoso. Tras las independencias de Birmania y el subcontinente chino y con la difusión del comunismo en Asia tras el triunfo de Mao, flotaban en el aire los vientos de cambio. Incluso en la conservadora Singapur.

El 13 de marzo de 1954 una marcha pacífica de estudiantes en protesta por la ley que les obligaba a registrarse para realizar un servicio nacional de dos años fue disuelta por la policía violentamente. La protesta unió a los estudiantes, a los sindicatos y al reciente Partido de Acción Popular (PAP) y permitió que uno de los líderes de éste, el abogado Lee Kuan Yew, se diera a conocer cuando asumió la defensa de los cuarenta y ocho estudiantes detenidos durante el incidente.

Más serios fueron los disturbios de Hock Lee Bus, en los que los conductores de la empresa Hock Lee Bus se enfrentaron con la patronal. Las autoridades adujeron que las protestas estaban instigadas por elementos comunistas y con esa excusa se negaron a negociar. 2.000 personas se manifestaron el 12 de mayo de 1955 en Alexandra Road y Tiong Bahru. La violenta represión policial causó cuatro muertos.

En esos disturbios fue herido de bala el estudiante de 16 años Chong Lon Chong cerca de un hospital. La versión más extendida es que estudiantes pro-comunistas, en lugar de llevarlo al hospital, pasearon durante dos horas y media su cuerpo herido para enardecer a los manifestantes. Si lo hubieran llevado al hospital, habría podido salvarse. Ahora bien, ¿es verdad esta historia o es pura propaganda? En opinión de Charlie Chan: “Como no estábamos allí para verlo y oírlo por nosotros mismos, puede que nunca podamos saber la verdad. Desde luego si la versión más extendida es real, el incidente abre una ventana a la oscuridad del alma comunista, donde el valor de la propaganda de la muerte de un chico es mayor que el de su propia vida, donde los sindicalistas, los estudiantes, los políticos y los periodistas son poco más que cabezas de turco para promover su causa. Pero, ¿y si se equivocan? ¿Cuál es exactamente la historia que se cuenta?”

Todos estos hechos quedaron reflejados en las aventuras Ah Huat y su pandilla.

En diciembre de 1955 conoció a Bertrand Wong, un joven un poco mayor que él, entusiasmado por los cómics, pero sin talento para el dibujo. Bertrand le propuso que se asociaran. Él le proporcionaría los medios para dibujar y le ayudaría a colocar sus historias en las revistas locales.

En 1956, con guión de Bertrand, Charlie comenzó a dibujar Escuadrón 136, la historia de un grupo de combate que lucha contra los invasores japoneses. Como de costumbre en la obra de Charlie, hay un subtexto político en la obra que, a primera vista, parece no ser más que la típica historia bélica, sólo que con animales. En la historia, los malayos anti-japoneses están representados por gatos; el oficial británico es un mono, que se siente superior y cree que lo sabe todo. Los japoneses son perros, dirigidos por un coronel sádico y cruel.

El séptimo y último volumen de Escuadrón 136 fue más sombrío que los anteriores. En esta ocasión los protagonistas no son animales, sino personas. El escenario del volumen es la denominada Emergencia en la que el Ejército británico y los insurgentes comunistas se enfrentaron en la Malasia peninsular entre 1948 y 1960. Como de costumbre, Charlie se pone del lado del pueblo ordinario y se hace la pregunta de en quién confiar. “¿En el hombre blanco que huye en cuanto llega la guerra? [el comportamiento de los ingleses, cuando llegaron las tropas japonesas barriéndolo todo a su paso fue bastante vergonzoso] ¿en los soldados que renunciaron a su humanidad para seguir órdenes de disparar y matar? [los japoneses hacían gala de panasiatismo y liberación del colonialismo, pero sólo entre masacre y masacre de asiáticos] ¿o en el comunista que justifica cada acto oscuro en nombre de la revolución? [resulta interesante que a pesar de los procesos de Moscú, la hambruna de Ucrania o el Gran Salto Adelante, el comunismo siga gozando de simpatías. Sobre todo entre aquéllos que no lo han sufrido].”

 

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