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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

La guerra del nuevo zar

Ludmila Vinogradoff el

Eran las 5,30 horas de una fría madrugada cuando empezaron a caer hoy las bombas rusas sobre Ucrania. Eran de verdad verdad y no las escenas de una película. Muy pocos de los 44 millones de ucranianos tenían certeza de que las amenazas de una invasión lanzadas por el nuevo zar iban a cumplirse.

Mapa de Ucrania

La gran mayoría no se lo esperaba pero ocurrió. La guerra estalló agazapada en la oscuridad como todas las guerras anteriores, sorprendiendo al mundo entero y no porque se confiaba en la sensatez del zar, sino porque era difícil casi imposible que se produjera una conflagración mundial en esta época del siglo XXI con los avances de la tecnología y la cibernética.

Ucrania heridos

En primer lugar el zar anunció que reconocía la independencia de Lugansk y Donetsk, como hizo con Crimen en el 2014, pero hoy comenzó a bombardear toda la región sureña del Donbas, tomó Chernobil al norte y todos los aeropuertos alrededor de la capital Kiev, lo que indica que planea tomarse toda Ucrania.

Con su locura ha mostrado el camino a los sátrapas del mundo para que le sigan los pasos. China no descarta anexionarse Taiwan y Corea del norte a Corea del sur.

Al zar no le importan las sanciones económicas, financieras y diplomáticas. A fin de cuenta es un buen hijo de Stalin que sometió a hambrunas a más de 20 millones de rusos, incluidos los ucranianos en el siglo pasado. Pero al pueblo ruso, la primera víctima de su expansionismo, si le importan los sufrimientos que causarán las sanciones.

En el primer día de la invasión unas 40 ciudades rusas reaccionaron protestando contra la guerra de la dictadura zarista que detuvo a unos 700 manifestantes. En su plan el dictador no contaba con las protestas pues confiaba en que la población tenía miedo a la represión y no saldría a la calle. Pero no es así, los rusos de a pie saben que serán los primeros en pagar las consecuencias de las sanciones.

Y el ejemplo de Venezuela es revelador. A Nicolás Maduro tampoco le han importado las sanciones y el bloqueo petrolero después de tres años mientras recibe el apoyo de Moscú y Beijing. Tampoco haber destruido un país entero con una hiperinflación de 35.000%, dar un salario de hambre de 1,5 dólares al mes y haber empujado a 6 millones de venezolanos necesitados al destierro.

Las sanciones no han derrotado a los dictadores pero son necesarias para debilitarlos y ejercer presión.  Y Maduro es un ejemplo clásico que sin haber declarado una guerra abierta como la de Ucrania ha provocado las mismas consecuencias en la población venezolana.

Los horrores son iguales. En Venezuela no se escuchan los silbidos de las bombas ni las sirenas de los refugios como en Ucrania pero el olor a sangre de los cuerpos represivos que usan las armas rusas en las prisiones locales para torturar a los opositores es igual de nauseabunda.

Ojalá no sea larga la guerra iniciada. Todos exigen que el zar detenga su capricho bélico y sus ambiciones expansionistas e imperialistas. Hasta los niños ucranianos han aprendido a rezar  por la paz y pedir el cese de la guerra.  

Niños ucranianos piden por el cese de la guerra
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