Ludmila Vinogradoff el 01 abr, 2021 Ocurrió en un “miércoles santo” de la Semana Santa, el peor día para detener y censurar a personas en un país católico por presunta instigación al odio. La escritora y el poeta Esta vez las víctimas de la censura chavista fueron la escritora Milagros Mata Gil y el poeta Manuel Muñoz, detenidos ayer miércoles en El Tigre, localidad al sur del estado Anzoátegui, por haber escrito un artículo en el que criticaban una suntuosa boda musulmana. La fiesta de la boda, celebrada en el Club Sirio de Lechería, cerca de Puerto La Cruz, contó con 800 invitados. Según los vídeos que circularon en las redes sociales se observa a los invitados, entre ellos, al fiscal general Tareck William Saab, bailando sin ningún distanciamiento social ni protección de mascarillas o tapabocas violando las restricciones por la pandemia del coronavirus. Una semana después de la fiesta, los centros sanitarios colapsaron con el ingreso de 600 pacientes que se contagiaron de Covid-19 y dos fallecieron según los reportes médicos. Y el que ordenó la detención arbitraria de la escritora y el poeta fue el mismo fiscal general Tareck William Saab, nacido en el Tigre, por sentirse aludido en el artículo escrito en tono de sarcasmo. Al día siguiente de su detención, el jueves santo, la escritora Milagros Mata Gil, de más de 70 años y el poeta Manuel Muñoz fueron puestos en libertad condicionada a la presentación en los tribunales cada 30 días, confirmó su abogado Jorge Márquez. Las autoridades se quedaron con sus teléfonos móviles para revisar su contenido. Les imputaron supuesta “Instigación al Odio”, Art. 20 “Ley Contra el Odio” Como es un derecho humano conocer el motivo de la arbitraria detención traemos aquí el material censurado de la escritora Mata Gil y el poeta Muñoz. FIESTA MORTAL El asunto es que el afán de figuración social de los recién vestidos resulta tan grande como lo es su narcisismo, variante de la estupidez. Entonces, enviaron y recibieron 800 invitaciones. Contrataron 200 personas para el manejo del catering, el bar y el servicio, ujieres, vigilancia, guardaespaldas, acomodadores, decoradores. Y eso sin mencionar el personal externo relacionado con los invitados al pantagruélico evento. Dicen que la planner de bodas, empresaria ultraconocida, tenía síntomas de COVID, pero no estaba dispuesta a perder un contrato de seis cifras altas en dólares. Era acondicionar el Club Sirio en Lechería para la fiesta celebratoria de un matrimonio doble. Por ahí circulan las fotos. Novias de impoluto blanco y amplias faldas. Muy clásico todo. Damas enjoyadas a las que casi se les huele el perfume y otras, de cerradas túnicas con visos dorados y burkas, a las que casi se les siente el olor. Y todos sin tapaboca. Y todos abrazados. Nada de aislamiento social. Torres de pasapalos y dulces de la rica y exquisita variedad árabe. Comamos y bebamos, que luego moriremos. Carpe diem y todo el epicureismo de esa raza. La fiesta fue un éxito. Y más que las novias, las estrellas fueron, dicen, Tarek Saab y su madre Alía. III. De El Tigre fueron en caravana alegre. Musulmanes y cristianos bien avenida. Por supuesto, nada de jamón. Nada que oloriera siquiera a cerdo. Ante todo, la higiene alimentaria según el Profeta. Una o dos semanas después, comenzó la epidemia que ha hecho colapsar las clínicas y hospitales tanto de Barcelona y Puerto La Cruz como de las poblaciones circunvecinas. 600 contagiados y sumando. Algunos muertos. Los invitados a la boda y sus familiares y después sus empleados y los familiares de los empleados. La planner, el marido y todo el personal contratado para el servicio y la familia y los amigos. Decían que el propio Fiscal estaba infectado, pero vistas sus pesquisas faranduleras, quizá no. Hubo un tiempo en que la colonia árabe era modesta. Disfrutaban de sus ganancias, eso sí. Pero sin ostentación. Sus nuevas y desmadradas riquezas, insertados en el turbio y voraginoso cauce de los negocios con este desgobierno, los han hecho resbalar hacia la superficialidad del lujo mostrable y demostrable. Hacia la obscenidad y las secretas búsquedas de placer. No olvidemos el asunto de los suicidios acordados. La decadencia. La decadencia. Y aún falta. Pero de ésta, pagaron alguna consecuencia. GenteSociedad Comentarios Ludmila Vinogradoff el 01 abr, 2021