Hugo Chávez ha cambiado la historia oficial de Venezuela a su medida y conveniencia, no sólo la política de los últimos 200 años, sino la navideña, la de los símbolos cristianos como el pesebre, el árbol navideño, San Nicolás y todos los adornos decorativos que el régimen bolivariano considera favorables al imperialismo y contrarios a la revolución bolivariana.
La imposición ideológica del socialismo chavista actúa en todos los niveles. En el sector de educación ha prohibido en las escuelas los textos que no sean los oficiales, es decir, los niños y adolescentes deben usar los nuevos doce millones de libros, editados por el gobierno venezolano pero contratados al cubano, que en su gran mayoría hacen propaganda a favor de Chávez y su revolución, según denuncian los gremios de maestros. La matemática y la física no es nada sin la figura del mandatario.
Como Chávez ha ordenado la eliminación de vallas y pancartas gigantescas con su figura que antes envolvían los edificios públicos a raíz de su enfermedad el pasado 30 de junio, ahora el culto a su personalidad se ejerce por otras vías más subliminales y esotéricas como la venta de muñecos con su efigie que los devotos ya lo convierten en un santo.
Es el caso de un pesebre gigante chavista, el primero de su especie pero no el último, que sus simpatizantes acaban de montar en la caraqueña urbanización del Parque Central , donde viven más de 10.000 personas.
Lo curioso de este pesebre, que refleja la idiosincrasia de un sector de la clase media de venezolanos pero no toda, ni la mitad ni siquiera la mayoría, es que son eliminados los símbolos cristianos del nacimiento del niño Jesús y en su lugar son puestos los muñecos de Simón Bolívar y Hugo Chávez, como si quisieran borrar 2011 años de historia y sustituirlos por la casaca y el fusil.
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