Ludmila Vinogradoff el 06 jul, 2019 Los militares críticos lo ven como el “colmo de la vergüenza” que el régimen de Nicolás Maduro haya puesto a los milicianos a desfilar con cajas de comida “Clap” en lugar de portar fusiles o estándares de su fuerza armada que habitualmente usan en los desfiles patrios como este 5 de julio. La milicia humillada Este viernes, Día de la Independencia, cuando Venezuela cumple 208 años de haber sido liberada por el caraqueño Simón Bolívar, el Libertador de 5 naciones de América Latina, los venezolanos fueron sorprendidos con que los uniformados ya no desfilan con su armamento sino con bolsas de comida de subsistencia. El hambre ya desfila uniformada. Para la puesta en escena del tradicional desfile militar el ministro de Defensa, Vladimir Padrino ha tenido la ocurrente idea de cambiar las armas por los alimentos, en el caso de la participación de los milicianos, creyendo que con eso protegía a Nicolás Maduro de un atentado. Pero de lo que no se ha salvado el general Padrino es del torrente de críticas que le ha llovido con la coreografía de los milicianos vestidos con traje caqui. Resulta que en sus manos llevan las cajas de alimentos impresas con el logo “CLAP” (Comité Local de Administración y Producción) que son el ícono de la asistencia social y también de la más vergonzosa corrupción del régimen. El general retirado José Machillanda señala que “la afrenta del castromadurismo a las fechas patrias y a la obligatoria maniobra que debiera ejecutar el ejército de aire, de mar y tierra, este 5 de julio, la reemplaza la desgraciada y cruel presencia de una caja CLAP, con la cual se coopta al venezolano hambreado y pauperizado por parte de un régimen que tiene como sostén a un cuerpo de generales dominados por la cooptación y la corrupción”. El desfile de la vergüenza La caja CLAP desfilando termina por mostrar la perversión extrema de un régimen, que de “manera desvergonzada asesina a hombres del cuerpo armado, asesina a ciudadanos que protestan la tiranía y que se niegan a que por la vía de la violencia política se someta a una sociedad”, añade Machillanda. Maduro reparte cada dos meses una cajita CLAP, que contiene frijoles, lentejas, un paquete de arroz, aceite, harina de maíz, pasta y leche a diez millones de chavistas a través del “carnet de la patria”. En la burocracia de la distribución desaparece la mitad de los productos. A precios subsidiados también sufren de inflación. Este programa de asistencia social chavista con el que el régimen combate la creciente hambruna de los venezolanos también ha sido objeto de denuncias por el extendido entramado de corrupción que va desde el ministro responsable de su importación hasta los concejos comunales y colectivos paramilitares que distribuyen los CLAP a los pobres. Pero como “el que reparte se queda con la mejor parte”, según el refrán popular, la corrupción de los CLAP alcanza más de 20.000 millones de dólares en pérdidas para la nación. Este subsidio es, por una parte, un brutal mecanismo de control social y, por la otra, el mayor negocio de corrupción de la cúpula gobernante en Venezuela, sostiene el diputado Freddy Superlano. En su investigación el diputado Superlano, presidente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional, afirmó que tras reuniones e intercambio de información con autoridades de Panamá, Colombia y México, y el informe levantado a principios de año por la fiscal general en el exilio, Luisa Ortega, se determinó que existe una estrecha relación entre el gobierno de Nicolás Maduro y su mujer Cilia Flores con la empresa Group Grand Limited, registrada en Hong Kong, en marzo de 2013, a nombre del colombiano Alex Saab. De esa relación habría surgido “un fructífero negocio oscuro que solo entre 2016 y 2017 significó un entramado de corrupción de 5.000 millones de dólares”, que sumado a los seis años de gobierno suman más de 20.000 millones de dólares. políticaSociedad Tags CLAPdesfile militarnicolás maduro Comentarios Ludmila Vinogradoff el 06 jul, 2019