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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

Los delirios del Kremlin en América Latina

Ludmila Vinogradoff el

El actual jefe del Kremlin sueña con poderle ladrar a la Casa Blanca en su patio trasero de América Latina, ahora cuando su invasión a Ucrania va por el quinto mes con un dramático saldo sangriento de miles de muertos y una crisis económica mundial con amenazas de convertirse en una hambruna y guerra nuclear sin parangón en los últimos 60 años.

Justo hace 62 años la crisis de los misiles en Cuba puso a tambalear la paz del mundo cuando el entonces jefe del Kremlin, Nikita Jrushev, intentó imponerse con un zapatazo en la Asamblea General de las Naciones Unidos para defender el supuesto derecho de Fidel Castro de apuntar los cohetes soviéticos contra el territorio de los Estados Unidos.

La presa de Nicolás Maduro

A pesar de la evolución histórica, el fracaso de la intentona de Krushov no ha logrado ser superada por los posteriores gobernantes de Rusia, ni siquiera por el actual presidente ue en medio de su resentimiento lamenta que la URSS haya perdido en 1991 los países del bloque oriental Vladimir Putin, lo que intenta recuperar con su feroz guerra en Ucrania.

La excusa, siempre la excusa, es que los ex países satélites de Moscú no deberían formar parte de la OTAN, lo que no es verdad porque en su frontera hay varios socios “otanistas” y unos nuevos como Suecia y Finlandia que se van a inscribir. A Putin le ha salido el tiro por la culata, eran muchos y le parió la abuela.

Ahora el ex jefe de la KGB quiere aumentar sus ladridos en el Caribe para amenazar a los norteamericanos en sus propias narices. Pero Putin no tiene la audacia de Jrushev, ni el carisma de Gorbachov, ni el dinero sobrante de China. La economía rusa se ha debilitado para financiar la guerra de Ucrania,  lo que se ha agravado por las sanciones que le ha aplicado la Unión Europea.

Pero gracias al chavismo que le ha abierto a los rusos las puertas de América Latina, el patio trasero de EEUU recupera su importancia geopolítica en un momento inoportuno desde todo punto de vista. Desde 2006, las ventas en equipamiento militar de Rusia a Venezuela ascienden a unos 11.400 millones de dólares.

Moscú, Pekin y Teherán

Después de Cuba, la Venezuela petrolera ha sido la financista de todos los movimientos desestabilizadores de la región donde se incluyen entre otros Nicaragua. Por ahora son tres los países abiertamente desafiadores de Estados Unidos: Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Justo en estos tres países el ex agente de la KGB (actual FSB) tiene planes de montar su “triángulo del Caribe” para empezar con bases cibernéticos satelitales y estaciones de radares para espiar a sus vecinos de la región e informar sobre sus movimientos militares y civiles.

En Caracas fuentes especializadas han denunciado la instalación de hasta siete estaciones cibernéticas de este tipo, la mayor parte en los estados fronterizos cuyo alcance cibernético llega hasta Bogotá. Las estaciones también conectan las operaciones de vigilancia de drones de fabricación china e iraní.

Joseph Humire, analista internacional del Centro de Estudios Geopolíticos del Medio Oriente, considera que las bases instaladas en Venezuela sirven para posicionar a Putin y expandir sus intereses en América Latina. “Tener más presencia militar en la región, le da más poder e influencia a Putin”, dice.

Colombia está preocupada por los alcances de las estaciones en la frontera binacional. “Es posible que los rusos hayan proporcionado a Venezuela una capacidad radioelectrónica para interceptar comunicaciones que podría utilizarse para interceptar comunicaciones de Colombia y Brasil”, afirma el analista Evan Ellis, profesor e investigador del Instituto de Estudios Estratégicos del Colegio de Guerra del Ejército de los Estados Unidos, en su alerta al Congreso norteamericano sobre la creciente expansión y amenaza de Rusia en la región.

Pero además Rusia, China e Irán han anunciado para agosto ejercicios militares en Venezuela para poner en práctica su fuerza y la capacidad de las estaciones radioeléctricas y los drones. También el entrenamiento de élites de comando en combinación con los nicaragüenses y cubanos.

Vladimir Putin, Xi Jimping, y Ebrahim Raisi

Las actividades rusas denunciadas por Ellis van desde despliegue de tropas, mercenarios y equipamiento militar, hasta campañas de desinformación como estila su canal RT.

Para Putin es un negocio redondo tratar con Nicolás Maduro, Daniel Ortega o Miguel Díaz-Canel, que le han vendido su alma al diablo. El ruso los hipoteca al venderles petróleo, gas y equipamiento militar, muchas veces de chatarra envejecida y obsoleta, de paso los endeuda y compromete a prestar su territorio para amenazar a los EEUU.

Al Kremlin le sale gratis su falsa multipolaridad en América Latina. Ninguna ayuda o cooperación prestada viene gratis, se la cobran bien cara. Sus súbditos latinos rechazan el imperialismo gringo pero en el fondo aceptan y callan el imperialismo ruso al que están sometidos.

Los venezolanos tienen un refrán: “es el mismo musiú (extranjero) con diferente cachimbo (pipa)” que ilustra gráficamente la dominación, de uno u otro,  a la que se ven sometidos.

La factura armamentista rusa del régimen de Maduro pasa de los 11.400 millones de dólares, y los rusos se la cobran, rublo a rublo,  sin que nadie se entere del mecanismo oculto después del congelamiento de los fondos de Petróleos de Venezuela incautados en Moscú desde marzo pasado. Nadie sabe si los fondos venezolanos retenidos en Moscú se van a recuperar algún día o perderse según los planes de Putin con su guerra en Ucrania.

En el mundo hay dos bloques bien definidos el occidental y el oriental y este último está regido por la troika de Moscú, Pekín y Teherán. Los demás son satélites, entre ellos,  los tontos del “triángulo caribeño”.

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