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Nicaragua: Del “clan de los Somoza” al “clan de los Ortega-Murillo”

Nicaragua: Del “clan de los Somoza” al “clan de los Ortega-Murillo”
Luis Ayllón el

 

El 25 de abril de 1990 pude asistir en el Estadio Nacional de Managua a lo que a mi me pareció un momento histórico y que se presentaba como el retorno de Nicaragua a la libertad. Tras más de diez años de sandinismo, Violeta Chamorro, al frente de la Unión Nacional Opositora (UNO), asumía, ante miles de personas y en una emotiva ceremonia no exenta de alguna tensión, la presidencia del país. Acababa de derrotar en las urnas a Daniel Ortega, el líder sandinista.

 

Violeta Chamorro se esforzó en mejorar la situación de Nicaragua, pero lo cierto es que, con el tiempo, la clase política del país volvió a dar un lamentable espectáculo, incapaz de ofrecer satisfacción a lo que le demandaban las clases populares de un país situado entre los más pobres de América Latina. La consecuencia fue que, en enero de 2007, Daniel Ortega, convenientemente disfrazado de cordero logró volver al poder, donde poco a poco ha ido limitando los espacios de libertad.

 

Nicaragua es uno de esos países de América Latina a los que se suele prestar atención sólo de vez en cuando, en determinados periodos cuando, por desgracia, se producen catástrofes humanitarias o se registran procesos políticos singulares. Uno de esos momentos es el que se está viviendo en los últimos días y que no es más que la culminación de una deriva que comenzó hace casi diez años con el regreso de Daniel Ortega, dispuesto a dejar pequeño al “clan de los Somoza” al que combatió con las armas en la década de los ochenta. El “clan de los Ortega” o mejor de los “Ortega-Murillo” ha alcanzado ya velocidad de crucero.

 

Hace escasas fechas, el Consejo Supremo Electoral de Nicaragua, plenamente dominado por Daniel Ortega, decidió despojar de sus escaños a los 28 diputados de la oposición elegidos en 2011. Una maniobra de carácter golpista, según denuncian los opositores, a la que ha seguido el anuncio de que en las elecciones del próximo mes de noviembre, no sólo Ortega será candidato a presidente, sino que su mujer, Rosario Murillo, será la candidata a la Vicepresidencia.

 

Es decir, estamos ante una candidatura plenamente familiar, a la que las encuestas pronostican el triunfo. Si fuera así, sería, seguramente, el primer caso en el mundo en que un matrimonio ocupa los dos cargos más importantes del país, con la particularidad de que si Daniel Ortega, de 70 años, falleciera, le sucedería automáticamente Rosario Murillo, de 65 años. En realidad, Murillo ya viene ejerciendo como una especie de “super ministra”, con grandes poderes y muchos consideran que es ella quien marca las líneas de actuación del Gobierno.

 

El clan Ortega-Murillo no se agota en el matrimonio, como bien recuerda Carlos Malamud, en un reciente artículo. Sus hijas Luciana y Camila Ortega Murillo sonasesoras presidenciales, y el primogénito Rafael Ortega Murilloes asesor con rango de ministro. Otro hermano, Laureano Ortega Murillo es asesor presidencial para inversiones y controla la mayor parte de los negocios con Rusia y China, incluyendo los tratos con Wang Jing para la construcción de un canal bioceánico.

 

España no puede asistir indiferente al deterioro de la situación política en un país iberoamericano que camina por la senda autoritaria marcada por el chavismo bolivariano. Se echa de menos algún pronunciamiento desde el Ejecutivo para al menos llamar la atención sobre lo que allí está sucediendo.

 

Las relaciones políticas entre España y Nicaragua han sido escasas en los últimos cuatro años, con una visita de un canciller nicaragüense (Samuel Santos) a Madrid en 2012 y un desplazamiento del secretario de Estado de Cooperación y para Iberoamérica, Jesús Gracia, a Managua hace un par de años, para hablar, sobre todo, de algunos proyectos españoles de cooperación en el país iberoamericano.

 

Y en cuanto a las relaciones económicas, se encuentran por debajo de lo que sería deseable, por más que las autoridades nicaragüenses aseguren que quieren atraer las inversiones españolas en campos como el turismo, las infraestructuras, la energía y la agroalimentación.

 

Hoy por hoy, España es sólo el quinto inversor en Nicaragua, por detrás de EEUU, Panamá, México y Venezuela, a pesar de que operan en el paísmedio centenar de firmas españolas, entre ellas, Acciona, FCC, Isolux, Telefónica, Mapfre, Cobra, Barceló, Gas Natural, Befesa Agua (Abengoa), Gamesa, Adolfo Domínguez, Susaeta, Gesaworld, Mango, Pescanova, Ingemas y Repsol.

 

NIcaragua
Luis Ayllón el

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