re:arc institute es una asociación sin ánimo de lucro que sitúa su acción en un punto de intersección entre el activismo climático y la arquitectura, poniendo el foco en las raíces de los problemas medioambientales y sus consecuencias a nivel local en todo el mundo.
El posicionamiento desde el que plantea su actividad es eminentemente pragmático, distanciándose de las indagaciones teóricas, que poco aportan a la emergencia de la situación real, que llegan propuestas desde el campo de la arquitectura. Es por ello que, en lugar de financiar estudios en torno a la crisis climática, sus problemáticas e hipotéticas soluciones, prefieren proporcionar recursos a ONGs, particulares y operaciones colectivas que estén aplicando soluciones innovadoras y prácticas, con una especial atención sobre aquellas procedentes de zonas en desarrollo y llevadas a cabo por colectivos de mujeres, jóvenes y comunidades históricamente oprimidas. A ello se suma también la concesión de becas, el ofrecimiento de espacio de trabajo y recursos dentro de su llamado Practice Lab a equipos que estén desarrollando algún tipo de investigación que dé forma a nuevos modos de hacer, y la organización de diferentes iniciativas que permitan llamar la atención sobre problemáticas sociales y ecológicas y propongan caminos alternativos de acción inmediata y directa.
El simposio “Architectures of Planetary Well-Being”, celebrado en Londres los pasados 17 y 18 de noviembre, es una de esas iniciativas. Ha sido la continuación de la segunda edición de un encuentro que se plantea de manera bianual para “explorar las arquitecturas del bienestar planetario”, entendido este como “prácticas constantes de custodia y cuidado de nuestros entornos socio-ecológicos”, encaradas a superar los “paradigmas extractivos” que siguen rigiendo las dinámicas globales.
Un simposio como este pone de manifiesto que algo está cambiando o se está tratando de cambiar dentro de la mentalidad de la cultura arquitectónica. Parece haberse dado por terminada la figura del arquitecto como profesional liberal y se está apostando al perfil, aunque no sea del todo novedoso, del arquitecto-activista y que se está encarnando en el surgimiento de colectivos, plataformas o equipos decididos a dar nuevos aires a la profesión. Esto es lo que se puso de manifiesto fundamentalmente en la primera jornada del simposio, bajo el título “Provocations for Planetary Practice”, en la que se concentraron las conferencias de Material Cultures, Resolve Collective, Worofila y Anupama Kundoo.
Los londinenses Material Cultures hablaron de su investigación dedicada a hallar materiales biodegradables que puedan usarse en la construcción y propiciar la sostenibilidad circular. Resolve Collective presentó el perfil posiblemente más radical y político. Se trata de un equipo integrado por arquitectos, ingenieros y artistas, que se alinea dentro del grupo de colectivos surgidos durante el periodo post-crisis 2008 y prioriza la dimensión activista sobre la práctica arquitectónica. Worofila, dúo de arquitectos que opera desde Dakar, centra su trabajo en la investigación bioclimática, empleando materiales locales, como tierra cruda y espadaña. La mediática arquitecta india Anupama Kundoo habló de la relación entre el ser humano y la materialidad.
Aunque abundaron las palabras e ideas llenas de buenas intenciones en todas estas presentaciones, tal vez se echó en falta la evidencia de un empuje más fuerte y profundo para materializar verdaderamente esas buenas (y necesarias) intenciones. La intención de re:arc a través de este encuentro es saludable, pero quizá se queda ofreciendo sólo una alternativa a la problemática de la que se ocupa: la que apuesta por el decrecimiento y el regreso a un cierto primitivismo, ligada además a unas connotaciones políticas muy determinadas. Este diálogo debe nutrirse también de otras posiciones que, abogando por un mismo fin, acojan otras perspectivas, tanto ideológicas como en lo concerniente a progresos tecnológicos y materiales para la arquitectura.
Imagen superior: Resolve Collective con Farouk Agoro, Brixton Bridge, Londres, 2018.
(Este articulo se publicó originalmente el 9 de diciembre de 2023 en el suplemento cultural de ABC.)
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