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Blogs La vida en un Pip por Raúl Castillo

Breve historia del Mercado de Divisas

Raúl Castillo el

Si hay algo que nos falta a los seres humanos es tiempo. Es más, en cierto sentido, podríamos decir que somos tiempo. Eso debieron pensar nuestros antepasados en el Neolítico, cuando después de pasar de un modelo cazador-recolector adoptaron la agricultura y la ganadería como modelo productivo y se encontraron con excedentes de producción.

Intercambiar esos bienes que sobraban con otras comunidades no debía ser tarea fácil. No había una unidad de medida para valorar si el intercambio era justo o no y además se debía consumir mucho tiempo en encontrar a alguien interesado en los bienes que a ti te sobraban.

Es así como surge la búsqueda de un bien que sirva de medida de intercambio de otros bienes y agilizar las transacciones entre dos partes. Hasta llegar al metal, hubo bienes tan variopintos como conchas marinas, sal, ganado o piezas de marfil, entre otros, que se usaron como moneda.

Los Gobernantes se dieron cuenta de que estaban ante un instrumento de dominación magnifico: El monopolio que tenían los Jefes de Estado sobre la acuñación y su valor fiduciario permitía emitir más o menos moneda en función de las “necesidades de Estado” y, a medida que las economías crecían, subía la demanda de bienes, los precios y se encarecían las transacciones o, cuando después de una guerra el Estado se quedaba sin blanca, era tan fácil para los antepasados de Draghi, Yellen, Carney y Kuroda  como darle a la maquinita y acuñar más moneda. ¿Les suena verdad?

Aunque se haya dicho que la Reserva Federal de EU (FED) es un sistema de bancos privados y esto haya servido como coartada para seguir atizando a los mercados y diciendo que ostentan el monopolio de la impresión de dinero y que, por tanto, son los culpables de la última crisis financiera, lo cierto es que la FED se rige por una ley en la que el Presidente y el Senado de EEUU nombran a su Consejo de Gobierno y sus accionistas privados son tratados como preferentistas de facto (sin derechos políticos, una remuneración fija en dividendos que no puede superar el 6 por 100 independientemente de los beneficios e imposibilidad de trasmitir o vender sus acciones). Por tanto, es claro que es el Estado quien controla la emisión de moneda.

Retomando la historia, es desde Asia Menor, China e India, desde donde las autoridades se lanzaron a la acuñación de moneda en el 600 A.C. Pero los metales preciosos conservaban al fin y al cabo todavía un valor intrínseco. Y alguien debió pensar que por qué no darle una vuelta de tuerca al asunto y ampliar el embeleco. So pretexto de que las distancias eran muy grandes y no era menester ir con la bolsa de monedas de un lado para otro, alguien decidió introducir en el siglo IX en China el papel moneda, que no es más un papelito que viene a decir “ya te pagaré lo que te debo” en función de los bienes y servicios adquiridos respaldado por el Estado y sus supuestas reservas de metales preciosos y otros activos. Sobre esta quimera, hemos montado lo todo lo que viene a continuación y, desde 1971 funcionamos sin necesidad de que los billetes estén respaldados por ningún metal precioso y solo por la palabra cuasi divina de un banquero central que asegura que” todo se va a pagar” antes de la Parusia, más conocida por la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo.

No obstante, a alguien le debió parecer demasiado grueso el asunto y, durante varios periodos de la Historia, se intento mantener el patrón oro. Después de convivir con el patrón plata durante muchos años, el acuerdo de Alemania y Reino Unido en adoptar el patrón oro supuso que muchos otros países lo acogieran, sobre todo en el último cuarto del siglo XIX y hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Cada vez que un país exportaba recibía oro, mientras que los países con déficit comercial por ser importadores bajaban sus reservas de oro. Se suponía en puridad, que los países con déficit comercial serian deflacionistas y, por tanto, volverían ser exportadores y competitivos y volverían a aumentar sus reservas de oro.

Pero la realidad es que todo el mundo hacia trampas ya en esa época y se usaban todo tipo de artimañas de política monetaria para evitar la salida de oro. La llegada de la primera Gran Guerra relajó el asunto y hasta el final de la segunda Guerra mundial con la conferencia de Bretton Woods no hubo un intento serio de volver al Patrón Oro, pero ya sería con EE.UU. como primera potencia económica del mundo.

La vuelta al patrón oro supuso que Estados Unidos debía mantener el precio del oro en 35 dólares la onza y tenía la facultad de cambiar dólares por oro a ese precio sin restricción alguna. Así se mantenía fijo el precio del dólar y los demás países debían fijar el precio de sus divisas en relación a este e intervenir sus monedas para mantener sus tipos de cambio dentro de una banda de fluctuación del 1 por 100 respecto al dólar.

Esta situación se pudo mantener mientras Europa tuvo una clara situación de debilidad política y financiera respecto a USA debido a las dificultades de recuperar sus economías tras la segunda Guerra Mundial, pero las tornas cambiaron a finales de los años 60. La guerra de Vietnam y la cada vez más abultada deuda americana debido a la impresión de dólares para atender a sus necesidades financieras, hizo que los países europeos empezarán a cambiar dólares por marcos alemanes y oro y Estados Unidos no podía atender las demandas, por lo que el presidente Richard Nixon decidió desligar el dólar del patrón oro y el resto de los países lo abandonaron dando lugar el sistema de libre fluctuación que ahora conocemos como mercado de divisas.

Primero empezó como una cosa del mercado interbancario entre los grandes bancos y a mediados de los setenta aparecen los primeros brokers para dar acceso a los bancos más pequeños. Los grandes bancos daban precio por la compra-venta de divisas a los brokers y estos los ofrecían de manera inmediata al resto de bancos pequeños adjudicando los mejores precios por riguroso orden de petición.

La aparición de las nuevas tecnologías permitió pronto ofrecer un sistema continuado de precios en el que se podía comprar y vender en cualquier momento, ejerciendo los grandes bancos como proveedores de liquidez de los brokers y los bancos pequeños. La aparición de internet hizo el resto para que los pequeños inversores a nivel individual pudieran acceder a través de los brokers al mercado y así nació la industria del Forex de retail tal y como la conocemos hoy.

Supongo que a algunos todo lo relatado arriba les habrá parecido interesante y, a otros muchos, aburrido incluso superfluo, pero es importante fijar el origen de las cosas para comprenderlas y hacer bueno aquel principio escolástico que “Nada viene de la Nada”.

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