Por Lorena Chicharro Velázquez, alumna del Máster en Neurociencia de la UAM
Susana Carmona Cañabate lidera el grupo de Neuromaternal en el Instituto de Investigación Gregorio Marañón, en Madrid.
En 2017, comenzó un estudio pionero centrado en los cambios cerebrales en la mujer durante el embarazo y la maternidad. Además, combina su trabajo de investigación con la docencia en el Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal.
En su último trabajo, publicado en febrero (2024) en Nature Neuroscience, la doctora Carmona analiza con su equipo los efectos del parto en el cerebro materno. Han encontrado diferencias entre las madres que iniciaron el parto (incluidas aquellas que tuvieron una cesárea de emergencia después de iniciar el parto) y las madres que tuvieron una cesárea programada.
Señala en su blog Neuromaternal que el embarazo y la maternidad están entre los eventos más transformadores tanto a nivel biológico como psicológico y social…
La fecundación supone un punto de inflexión en la fisiología de la mujer. Tras la misma, el organismo inicia una serie de adaptaciones fisiológicas, que afectan a todos y cada uno de los órganos del cuerpo de la mujer. A partir de ese momento, los órganos maternos trabajarán conjuntamente para optimizar el crecimiento y desarrollo del bebé, intentando no sacrificar demasiado las necesidades de la futura madre. Sin duda, los cambios fisiológicos más relevantes del embarazo son los que afectan al sistema hormonal. Es más, podríamos decir que las hormonas son las responsables de orquestar y monitorizar gran parte de los cambios fisiológicos que acompañan a la maternidad. Tras la fecundación, el sistema hormonal de la madre y las hormonas procedentes de la unidad bebé-placenta trabajan conjuntamente para producir un estado fisiológico óptimo que favorezca la salud de ambos a lo largo de los periodos de embarazo, parto y posparto.
Cuando comenzó sus investigaciones sobre cómo el embarazo modifica el cerebro de las mujeres, apenas había estudios sobre ello. ¿Qué resultados esperaba encontrar?
Todo surgió de una conversación informal de tres doctorandas porque una de ellas se quería quedar embarazada y nos dimos cuenta de que no había casi nada sobre cómo el embarazo modifica el cerebro de la mujer, aun sabiendo que las hormonas son importantes moduladoras de la plasticidad cerebral. Empezamos el estudio sin una hipótesis concreta de lo que íbamos a observar, pero con mucha curiosidad porque no había nada en humanos, más allá de estudios en animales, en ratas en concreto. No teníamos una hipótesis dirigida de lo que íbamos a encontrar y de hecho nos sorprendió al principio encontrar las reducciones volumétricas, luego investigando más vimos que tienen sentido biológico.
En su estudio publicado en 2017 se demostraba que el embarazo conlleva cambios sustanciales y duraderos en el cerebro de la madre. ¿Qué tipo de cambios?
Erika Barba, Elseline Hoekzema y yo, exploramos a mamás antes del primer embarazo y después y tomamos diferentes grupos control entre las parejas de esas mujeres y parejas de personas que no iban a ser padres ni tampoco estaban buscándolo. Es decir, teníamos hombres y mujeres controles y mamás y papás primerizos. Lo que observamos fueron reducciones en el volumen muy prominentes y no aleatorias de sustancia gris en el cerebro de mamás, es decir, muy localizadas en regiones implicadas en la cognición social y la empatía y a partir de ahí, fue cuando empezamos a buscar qué podían significar esas regiones, cuanto persistían en el tiempo, si era algo específico del posparto, qué significado biológico podía tener, qué impacto podía tener en la conducta maternal.
¿Esas funciones cognitivas que están asociadas a estructuras cerebrales disminuyen durante el embarazo?
No. Muchas veces nos encontramos que se suele establecer una relación directa entre el volumen y la función cognitiva. Pero en neurociencia esto es muy difícil de hacer por no decir imposible. Por ejemplo, durante la adolescencia cuando disminuye el volumen de sustancia gris en ciertas regiones se considera que maduran estas funciones. Así, la corteza prefrontal, que está implicada en las funciones ejecutivas, tiene mayor volumen en un niño de 6 seis años tiene mayor volumen que en uno de dieciocho. Igual ocurre con las regiones que están sustentando la cognición social y el razonamiento moral. Por tanto, en el caso de la adolescencia tenemos un claro ejemplo de que cuanto menos volumen de sustancia gris en esas regiones, más maduras y eficientes son las funciones que sustentan esa región. Actualmente estamos intentando investigar qué ocurre durante el embarazo porque no lo sabemos. Lo que sí observamos es que incluso cuando miras, en una única mamá en concreto, cómo cambia su cerebro durante el embarazo y el posparto, ya ves claramente que hay una disminución del 5% del volumen de sustancia gris cortical. Es una disminución muy marcada. Cuando hicimos ese primer estudio intentamos ver si esas reducciones de volumen estaban asociadas con algún cambio cognitivo y no observamos ninguna asociación entre las diferencias de volumen de sustancia gris y la ejecución en baterías neuropsicológicas.
En los tejidos maternales hay células fetales y en los tejidos fetales hay células maternales, ¿Cuál es el impacto de estas células en el cuerpo de la madre?
Hicimos una revisión científica sobre trabajos de otros investigadores en diferentes modelos animales. Es un fenómeno muy curioso y llama mucho la atención que durante el embarazo mamá y bebé están conectados. Hay células con ADN del bebé que están circulando por el cuerpo de la madre y antes se pensaba que en el momento del parto esas células dejaban de estar en el cuerpo de la madre. Pero varios estudios han demostrado por un lado en modelos animales que hay células con ADN XY en mujeres que han estado embarazadas de hijos varones y eso lo asocian a la presencia de microquimerismos, es decir, que al final esas células se integran en el tejido de la madre.
También se ha demostrado en estudios postmortem en mujeres que hay células XY en el cerebro de mujeres de 90 años que han sido mamás de niños. Y sobre todo se han encontrado estas células en tejido dañado que ha tenido que repararse, como en cicatrices de cesárea. El tema es un poco complejo y estamos dudando de si son realmente células como tal o exosomas [estructuras diminutas en forma de bolsa que se forma dentro de una célula y contiene algunas de las proteínas celulares, así como porciones del ADN y ARN] con ese material genético. A día de hoy, la repercusión de esto se desconoce. Hay dos líneas principales: una apunta a que son células pluripotenciales para ayudar a la regeneración de los tejidos maternos y así facilitar la supervivencia de la madre. Y la otra versión, más negativa, apunta que la presencia de este material genético adquirido podría ser uno de los motivos por los cuales hay una mayor incidencia de trastornos autoinmunes en mujeres, ya que en definitiva están conviviendo de por vida con unas células que no tienen tu ADN. Es probable que sea una mezcla de ambas versiones. La balanza ahora está 50-50, y no se sabe bien qué repercusión tiene. Así que cuando tu madre te dice que te lleva en el corazón es que literalmente hay células con ADN tuyo en ella. Esto también plantea muchas preguntas en cuanto a si también las madres llevan células que son de su pareja o de bebés no nacidos
¿Cuándo empiezan a producirse los cambios cerebrales de la madre gestante?
Esa es otra de las preguntas que estamos intentando contestar ahora con los proyectos. En el artículo que saldrá en breve demostramos que no es algo que ocurra en el posparto o durante el parto, sino que es algo que está presente ya en el embarazo.
¿En los padres primerizos también encontrasteis resultados similares?
Los cambios en las madres son muy potentes y consistentes, todas muestran cambios. Teníamos que usar un umbral estadístico super restrictivo en el que se ve lo que es muy evidente, y con este umbral solo vemos cambios en mamás, pero cuando miramos los datos brutos (cuando vemos cada persona por separado), vemos que en los papás hay pequeños cambios que son muy variables y que dependen mucho de cada padre, es decir, no están igual que los controles, hay pequeños cambios. Y al ser tan pequeños, al hacer estadísticas desaparecen. Estamos intentando todavía descifrar qué les sucede a los padres, en colaboración con investigadores de california, que están viendo que hay cambios relacionados con los niveles de testosterona y oxitocina. De acuerdo con lo que hemos visto en estudios animales, hipotetizamos que esto está relacionado con la interacción con el bebé y sabemos que en animales cuanta más interacción hay con el bebé, más cambios se producen. En humanos hay mucha deseabilidad social y es difícil que te contesten honestamente, pero creemos que es como en animales. Lo cierto es que ni de lejos cambian tanto como las mamás, que cambian mucho y cambian todas.
¿A qué cree que se debe que el estudio de los padres reciba mayor atención mediática?
Yo creo que hay dos factores, siendo honesta. Esta el sesgo en biomedicina por el que los procesos que atañen exclusivamente a la población femenina parecen interesar menos. Pero, además, hay otro factor: en ciencia hay un sesgo muy importante en cuanto a qué estudios se publican en España y qué estudios se publican con un nombre americano. La percepción es que fuera se hace mejor ciencia cuando en realidad no es así.
Por tanto habría estos tres componentes: uno, que son cosas que atañen a los hombres. Dos, que cuando hay un grupo americano parece que es mas importante, y tres, que recalcar el papel de los padres en la crianza es muy importante y a veces se utilizan estos estudios para darle esa base científica, que no hace falta al menos no con el cerebro.
Puesto que, en teoría, estos cambios cerebrales se producen para la facilitación de una conducta maternal, ¿los padres/madres que no se hacen cargo de sus hijos/as significa que podrían no sufrir estos cambios cerebrales?
No tiene por qué y además en la conducta maternal en humanos está el debate de si es instinto o no es instinto.
Puede haber cambios en regiones muy instintivas y ancestrales en el cerebro, pero los humanos somos seres culturales y sociales y podemos modular la activación, podemos controlar nuestros impulsos, podemos controlar nuestros instintos más básicos en función del contexto sociocultural
Entonces, ¿diría que la conducta maternal no es instintiva en seres humanos?
Es un debate, pero yo, con lo que he leído y sé, creo que sí es instintiva, que hay ciertas regiones que responden de forma instintiva pero que se pueden regular. Todo depende de cómo definas instinto. Sí lo es si consideras el instinto como un conjunto de conductas que incrementan la supervivencia del animal o de la especie, que se ponen en marcha de forma automática y no sujeta al aprendizaje porque podemos inhibirlas, y está sujeta a la regulación
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