Espoleado por uno de mis fieles globeros, pero, sobre todo, quemado por uno de esos días en los que todo se te revuelve agresivo, como un boomerang afilado (escupes y cambia el aire), creo que voy a rasgarme en público algunas vestiduras: calcetines, mayormente. Salvo excepciones, el cine de los últimos treinta años es una mierda. Lo sabemos todos, pero hemos aprendido a degustarlo: según qué película basta con ponerse triste, o macarra, o frívolo, o ignorantón, o pedante, o modernuqui, o gracioso…, basta con ponerse en el tono de la película y taparse la nariz para sacarle ese saborcillo suficiente. No puedo hacer una lista de las cien peores películas, porque es imposible: siempre habrá otras cien mucho peor… De todos modos, y ya no sé si es que me he puesto a tono con ella, yo recomendaría a los que estén por aquí que hoy se vayan a ver la de Cronenberg, ‘Una historia de violencia’.
De acuerdo: podríamos abrir una subsección sobre películas sobrevaloradas en su día y que si comete uno el error de volverlas a ver hoy, cambia de oficio y se hace predicador de secta. O sobre directores.
Ahí va mi película inflada: ‘Arrebato’, de Iván Zulueta.
Y ahí, mi director hinchado: Julio Medem
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