Qué cosas más raras: han premiado a Wayne Wang aunque es amigo, o viejo amigo, de Paul Auster, y sobre todo, aunque su película, ‘Mil años de oración’, es excelente y se merece el premio. Concha de Oro para la peli de un amiguete que además es buenísima. Esto es un dilema moral: ¿protestamos o no?
Me alegro del premio a Blanca Portillo y creo que premiar otra vez al viejo de ‘Mil años de oración’ (la película es él, y premiar la película era premiarlo a él) con el de interpretación es un exceso. Viggo Mortensen está genial y entregado a lo bestia a su personaje, y encima han pasado de puntillas sobre la peli de Cronenberg, como si no supieran que es la mejor. Gran y único fallo del jurado y de la edición de festival, que se recordará como aquella en la que no premiaron a Cronenberg… Y van…
La peli iraní de la niña Makhmalbaf llegó con pinta de premio y se lleva uno grande, el especial de jurado. Ojalá que se anime algún distribuidor y la pongan en algún cine. Para eso sirven los premios (o para eso, o para nada).
Supongo que tengo dentro alguna reflexión sobre esta edición del festival, sobre las pelis que hemos visto y sobre el resultado final, pero no quiero agotaros, o sea, agotarme. Me largo… Por cierto estaban tan cantados los premios que los medio he acertado hasta yo. O si no aquí os dejo lo que escribía ayer, último párrafo:
O incluso lo que ya decía ayer en el vídeovlog (aireando.com)
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