Se estrena ‘Red de mentiras’, la última de Ridley Scott, una película intensa que nos introduce en un lugar conocido, el corazón de la CIA, mediante dos personajes tremendos: el que interpreta Leonardo DiCaprio, en el avispero de Amman, y Russell Crowe, su hilo telefónico al otro lado del mundo. Scott esconde en una acción imparable una reflexión muy pausada: su ‘macguffin’ es tan esponjoso que se podría llamar un ‘macmuffin’: acompañamos a DiCaprio como si fuera Bond, pero casi todo el mundo en Jordania es más listo que él, especialmente los servicios secretos de allí, que tienen un jefe, o un actor que lo interpreta, Mark Strong, que es la mejor versión de Andy García en uno de esos días en que está atravesado. Y ella, Golshifteh Farahani, es indescriptible y sólo puedo animar a que la describa otro:
De todos modos, ver a Russell Crowe, el gordo, bordar un personaje tan absurdo como probablemente real, es el mayor espectáculo de esta película.
La estrenan ya, y es una lección de cine. O de un tipo de cine.
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