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Blogs Una de piratas por Oti Marchante

Pequeño apunte sobre (y para) Kieslowski

Oti Marchanteel


                           


                                                      


 


Durante diez años, entre el 66 y el 76, Kieslowski hizo cortos y documentales como para abastecer una de esas televisiones temáticas. Su primera peli, peli, fue ‘La cicatriz’, seca como un sarmiento y gélida de fondo y forma. Es difícil hoy en día enfrentarse a ‘La cicatriz’ porque tiene una proximidad sólo coyuntural con la esencia y el atractivo del cine posterior de Kieslowski: el interior de un individuo como reflejo del interior de un sistema. Hasta diez años después, no coincidió con el guionista Krzysztof Piesiewicz, en la película ‘Sin Fin’…, y a partir de ahí comienza, digamos, el discurso moral de ambos, al que se uniría desde ese mismo momento el músico Zbigniew Preisner. El ‘Decálogo’ será la inmediata y megalogenial empresa, y en ella sienta Kieslowski el armazón de su ética cinematográfica; diez palabras, diez conceptos, diez compromisos. Sus diez palabras eran: Amor, Odio, Soledad, Miedo, Coincidencia, Dolor, Ansiedad, Dios, Responsabilidad, Inocencia. En todos los casos, Momentos que trasladan la angustia de los personajes hasta el corazón del espectador (desde las terribles dudas de esa mujer embarazada de su amante ante el lecho de su moribundo marido…, Decálogo 2. Hasta el sentido del humor raro del décimo capítulo, que entronca, en cierto modo, con el de ‘Blanco’). Los dos dardos extraídos del Decálogo, el ‘No Matarás’ y el ‘No Amarás’. En realidad, su viceversa: todo sobre el matar y sobre el amar, con personajes arrancados de cualquier calle, de cualquier época; una cámara muy, muy cerca para el asesinato y muy, muy lejos para el amor. En sus Tres Colores, las Diez Palabras vuelan como si jugara con ellas un malabarista. Azul y la Soledad, el Dolor, Dios, la Inocencia, la Ansiedad…. Blanco y el Amor, la Responsabilidad, la Inocencia, la Soledad… Rojo y la Coincidencia, el Miedo, la Soledad, el Amor, Dios…


Todo está en esa trilogía de colores, del mismo modo que todo está en ese lúcido Decálogo… Pero, más aún que en ellos, todo es en La Doble Vida de Verónica, una película en la que la Coincidencia (el azar) y Dios se citan en la garganta de un mirlo blanco y polaco que, a diferencia del irreemplazable poema de Vallejo, nunca pudo decir aquello de me moriré en París con aguacero, un dia del cual tengo ya el recuerdo.

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