Por un instante, he tenido la tentación de caer en la trampa: hablar de Sam Peckimpah, o de su cine. Pero ya es una vieja costumbre de este local. Unos por allí, otros por acá. Un solo vistazo a la foto de Pilar López de Ayala ha sido suficiente para cambiarme el revólver de mano. No exageraré. No diré que es Audrey Hepburn, pero sí creo que tiene un encanto, una limpieza, un modo de mirar y ser mirada por la cámara, una pose en la comedia y una fuerza en el drama que la convierten en una muy estimable actriz. Su presencia en ‘Bienvenido a casa’, lo último de David Trueba, es providencial: sin ella, nunca sería la comedia simpática que es. Sus primeros ‘grandes’ papeles en ‘Bailame el agua’, en ‘Besos para todos’ y en ‘Juana la Loca’ (sobrevivió a los efluvios frívolos del agostado Aranda
No sé si me explico: me gusta un montón Pilar López de Ayala, y entiendo que cualquier guionista urda una trama y un personaje teniéndola a ella como linterna de su imaginación. No la veo, en cambio, en una película de Peckinpah.
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