Lamentablemente, no hay otro modo de decirlo: se muere Paul Newman. No pienso hacer aquí la enumeración obvia de sus virtudes y la resumiré en una frase hecha: es un gran tipo. Este “es un gran tipo” responde no a que tenga de él un conocimiento personal, sino a lo que de su persona ha emanado en los últimos sesenta años. Talento, inteligencia, belleza, honradez, dignidad, fidelidad. No sé si aquellos que lo conocen de cerca están o no de acuerdo con esto (las distancias a veces dicen cosas distintas de la misma persona), pero sin el pringue del trato, Paul Newman es un dios, y así quedará para la inmensa mayoría de gente y generaciones. No es fácil ser tu propio cien por cien durante toda tu vida, y ésa es la impresión que, al menos yo, he tenido siempre de Newman: la mejor versión de sí mismo hasta el final. Me gustaría que aún pasara mucho tiempo hasta que volviéramos a mencionarlo por aquí. Aunque…