‘Capote’ es más que una buena película. Es la prueba de que el cine puede contarlo todo, lo que no se ve, lo que no se oye, lo que hay detrás de la piel de las cosas…, y tan discretamente como la otra mano de un prestidigitador. ‘Capote’ es un golpe de luz sobre un genio, Truman Capote, y sobre el negror de la tinta que se bebió su mejor obra, ‘A sangre fría’. Bien, es eso, sin duda. Pero también es lo que tapa eso: un artista miserable dispuesto a alimentar sentimientos, dudas y ansias, a traficar con la esperanza del condenado, a mojarse y mantenerse seco, a llenar con literatura el gran vacío de la sórdida verdad. La película no puede explicar el porqué de los tarados asesinos, pero acierta a reflejar con la brillantez fría de un cristal lo que siente el creador ante la obra imposible y hasta dónde está dispuesto a llegar. ¿De quién es la sangre fría del título?
Creo que la conjunción, el encuentro, entre el guión, la dirección y la interpretación de esta obra es lo mejor que hemos visto y veremos en mucho, mucho tiempo. Si decidimos ahondar en ella mediante nuestros comentarios, tal vez hallemos alguna revelación. Por ejemplo: hay un momento, al final de una escena, en la que Truman Capote se dirige hacia una puerta de un local nocturno allá al fondo. Una puerta significativa, pero a la que ni siquiera se acerca la cámara, pues la secuencia se termina con la voluntad de ir de nuestro protagonista… ¿Qué es esa puerta?… ¿Cuál es su voluntad?… ¿Qué nos quiere decir…, qué nos oculta?
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