Supongo que se me ha pasado la edad de disfrutar con los chistes y las situaciones que abundan en ‘Torrente 3. El Protector’. La he visto en la primera sesión del viernes, en una sala rebosante de chavales que se sabían a Torrente de carrerilla, como la tabla de multiplicar. Me ha deprimido un poco estar allí plantado delante de una película tan mala y tan lista (si por listo entendemos saber con certeza dónde está el furgón del dinero), sin encontrarle ni un pequeño pistacho que llevarme a la boca y observar cómo muchos en la sala se divertían como apaches con las ocurrencias de Torrente. No creo que Torrente sea un gurú para los jóvenes, cuya figura y lo que representa supongo que desprecian, pero de todos modos lo que exhala y les llega de ese personaje es completamente insano. Lo único que lo salvaba era el ingenio de su creador, Santiago Segura, para presentarlo tan guarro, tan racista y casposo con una cierta gracia (al menos en su primera entrega) y tanta caradura; pero, creo, que ya no tiene ni gracia, o que está demasiado vista. No sé, no me ha defraudado porque no esperaba gran cosa; pero me entristece un poco esa avalancha juvenil hacia Torrente y que hace unos meses reestrenaran dos obras maestras de Dreyer, ‘Ordet’ y ‘Gertrud’ y no fuera ni Blas. Y acabo de decir una de las mayores chorradas que he dicho en mi vida. ¿Qué pensaríamos de nuestro hijo si a los quince años se va a ver ‘Gertrud’ en vez de ‘Torrente 3’…? Bueno, evidentemente debería de borrar todo esto tan contradictorio que he puesto en esta pàgina.
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